LunFeb20
Comisión bilateral de las delegaciones de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones con el Judaísmo y del Gran Rabinato de Israel para las relaciones con la Iglesia católica, celebrada en Roma, del 26 al 28 de febrero de 2006

 

(29-30 Shevat 5766)

* * *

1. En el VI Encuentro de la comisión bilateral celebrado en Roma, hemos afrontado el argumento de las relaciones entre vida humana y tecnología, conscientes de los grandes progresos alcanzados en la ciencia médica, y de los desafíos así como las oportunidades que éstos representan.

2. Afirmamos los principios de nuestras respectivas tradiciones religiosas, según los cuales, Dios es el Creador y Señor de toda vida, y que la vida humana es sagrada porque, como enseña la Biblia, la persona humana es creada según la imagen divina (Cf. Génesis 1, 26-27). Dado que la vida es un don divino que hay que respetar y preservar, rechazamos decididamente la idea de un dominio humano sobre la vida, y el derecho de decidir sobre su valor o su duración por parte de cualquier persona o grupo humano. Consecuentemente, repudiamos el concepto de eutanasia activa, (el llamado «mercy killing» [matar por piedad, ndt.]) en cuanto ilegítima pretensión del hombre sobre la exclusiva autoridad divina a la hora de determinar el momento de la muerte de la persona humana.

3. Damos gracias al Creador por la capacidad que ha dado a la humanidad para curar y conservar la vida, y por los notables progresos que han permitido la ciencia, la medicina y la tecnología contemporáneas. Así mismo reconocemos que estos progresos benéficos comportan mayores responsabilidades, profundos desafíos éticos y potenciales peligros.

4. En este sentido, reafirmamos las enseñanzas de nuestro patrimonio tradicional, según las cuales todo conocimiento y capacidad humana debe servir para promover la vida y la dignidad del hombre, y por ello debe estar de acuerdo con los valores morales que se derivan de los principios arriba mencionados. En consecuencia, es necesario que haya límites en la aplicación científica y tecnológica, reconociendo el hecho de que no todo lo que es técnicamente posible es también éticamente aceptable.

5. El respeto y el cuidado de la vida humana deben ser un imperativo moral universal, garantizado por toda sociedad civil y por sus leyes, promoviendo de tal modo una cultura de la vida.

6. Aún rechazando la presunción humana de asumir la prerrogativa divina a la hora de determinar el tiempo de la muerte, afirmamos la obligación de hacer todos los esfuerzos posibles para aliviar los sufrimientos humanos.

7. Hacemos un vivo llamamiento al personal médico y a los científicos, para que se empeñen y se dejen guiar por la sabiduría de la religión en todas las cuestiones de vida y muerte. Por ello, recomendamos que, en tales cuestiones, una debida consulta, además de a las respectivas familias, se haga también a las autoridades religiosas cualificadas.

8. La convicción que compartimos de que la vida en esta tierra es en realidad una parte de la existencia humana, debe por el contrario conducirnos al máximo respeto por la forma externa --la forma humana-- en la que en este mundo se hace real la persona. En consecuencia, rechazamos totalmente la idea de que una naturaleza transitoria de la existencia humana terrena nos pueda permitir instrumentalizarla. En este sentido, condenamos con fuerza cualquier tipo de violenciass sobre el hombre con el fin de promover cualquier tipo de ideología, especialmente cuando se hace en nombre de una religión. Tal modo de actuar no es otra cosa que desacralizar el Nombre Divino.

9. Por ello, tratamos de hacer progresar el bien común de la humanidad mediante la promoción del respeto a Dios, la religión y sus símbolos, los lugares santos y los lugares de oración. Cualquier violación de los mismos debe ser rechazada y condenada.

10. Al mismo tiempo, tales violaciones, y las tensiones actuales entre las civilizaciones, exigen que nos proyectemos más allá de nuestro diálogo bilateral, al cual nos obliga un especial vínculo. Por ello creemos que es nuestro deber tratar de implicar al mundo musulmán y a sus autoridades en un diálogo y en una colaboración respetuosos. Además dirigimos un llamamiento a las autoridades civiles para que sepan apreciar las posibilidades que la dimensión religiosa ofrece para ayudar a resolver conflictos y tensiones, y a tal fin pedimos que den su apoyo al diálogo interreligioso.

Roma,
28 febrero 2006 - 30 Shevat 5766

Rabino jefe Shear Yashuv Cohen (presidente de la Delegación judía)
Rabino Jefe Ratson Arussi
Rabino Jefe Yossef Azran
Rabino Jefe David Brodman
Rabino Jefe David Rosen
Señor Oded Wiener
Embajador Shamuel Hadas

Cardenal Jorge Mejía (presidente de la Delegación católica)
Cardenal Georges Cottier O.P.
S.E. Obispo Giacinto-Boulos Marcuzzo
Mons. Pier Francesco Fumagalli
P. Norbert Hofmann S.D.B.

LunFeb20

 

Comisión bilateral de las delegaciones de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones con el Judaísmo y del Gran Rabinato de Israel para las relaciones con la Iglesia católica, celebrada en Jerusalem del 26 al 28 de junio de 2005

 

(19-21 Sivan 5765).

* * *

I. La tarde inaugural fue abierta por el rabino jefe de Israel, Shlomo Moshe Amar, Rishon L'Zion, quien expresó su ferviente apoyo al diálogo, subrayando los profundos valores compartidos por las dos tradiciones, sin ignorar la distinción que hacen de nosotros diferentes comunidades de fe. El objetivo del diálogo es sobre todo promover los principios de la santidad y de la dignidad de todo ser humano, y mejorar con este objetivo nuestra colaboración.

Los jefes de las respectivas delegaciones, el rabino jefe Shear Yashuv Cohen y el cardenal Jorge Mejía, en sus discursos de bienvenida expresaron su gran satisfacción y la profunda comprensión y amistad que se ha desarrollado a través de estos encuentros.

II. Al inicio de las sesiones de trabajo, dado que era la primera reunión tras el fallecimiento del Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, los presentes recordaron de manera especial su histórica contribución a la reconciliación entre católicos y judíos, y el hecho de que esta Comisión bilateral fue fruto de su iniciativa. Además, el cardenal Mejía subrayó la significativa referencia al precedente rabino jefe de Roma, contenida en el testamento de Juan Pablo II. Se expresó aprecio por el compromiso manifestado por su sucesor, Benedicto XVI, para seguir promoviendo estas relaciones bilaterales.

III. El tema de esta quinta reunión fue: «Las relaciones entre autoridad religiosa y civil en las tradiciones judía y cristiana». A partir de la visión bíblica de las distintas funciones del rey, del profeta y del sacerdote, y de sus respectivas relaciones con el pueblo de Dios, se señalaron estos puntos centrales:

1) Los valores religiosos son de vital importancia para el bienestar del individuo y de la sociedad;

2) El objetivo de la autoridad civil es el de servir y promover el bien común, respetando la vida y la dignidad de cada individuo;

3) En este contexto, subrayando la importancia de la democracia, es esencial salvaguardar con la ley a la sociedad del individualismo extremo, de la manipulación por parte de grupos que tienen intereses de parte, de la insensibilidad ante los valores culturales y morales de las tradiciones religiosas;

4) La libertad de religión tiene que garantizarse tanto a los individuos como a las comunidades por parte de las autoridades civiles y religiosas;

5) La relación entre religión y estado debe fundamentarse en la reciprocidad, en el respeto recíproco y en la colaboración;

6) Medidas de ley a favor de determinados valores religiosos son legítimas, cuando se aplican en armonía con los principios de los derechos humanos;

7) Tenemos la obligación moral de dar ejemplo de responsabilidad religiosa en estos ámbitos, y especialmente de educar a las jóvenes generaciones, ya sea recurriendo a los agentes de los grandes medios de comunicación, ya sea a través de los canales educativos convencionales.

IV. La discusión se concentró en la responsabilidad del Estado para garantizar los derechos de todas las comunidades religiosas, prestando particular atención a las necesidades de las comunidades cristianas de Tierra Santa, así como a las necesidades de las comunidades judías en el mundo, facilitando la plena igualdad social y política, sin debilitar las identidades particulares.

Delegación judía

Rabino jefe Shear Yashuv Cohen, presidente de la delegación Rabino jefe Rasson Arussi

Rabino jefe David Brodman

Rabino jefe Yossef Azran

Rabino jefe David Rosen Señor Oded Wiener

Embajador Shmuel Hadas

Delegación católica

Cardenal Jorge Mejía, presidente de la delegación

Cardenal George Cottier, O.P. Obispo Giacinto-Boulos Marcuzzo

P. Norbert Hofmann SDB,

Archimandrita Elias Chacour

Monseñor Pier Francesco Fumagalli

Arzobispo Pietro Sambi, nuncio apostólico

LunFeb20
Comunicado de la Reunión del Comité bilateral formado por la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con los Judíos y el Gran Rabinato de Israel

 

sobre el tema
"Una visión común de la justicia social y

el comportamiento ético"

Grottaferrata del 17 al 19 de octubre de 2004

Conscientes de que en nuestras respectivas comunidades no hay bastante conocimiento del cambio momentáneo que ha tenido lugar en las relaciones entre católicos y judíos y, a la luz del trabajo de nuestros comités y de las recientes discusiones sobre la visión compartida de una sociedad justa y ética, declaramos:

1. No somos enemigos sino compañeros inequívocos en la presentación de los valores morales esenciales para la supervivencia y el bienestar de la sociedad humana.
2. Jerusalén tiene un carácter sagrado para todos los hijos de Abraham. Hacemos un llamamiento a todas las autoridades competentes para que respeten este carácter e impidan los actos que ofenden la sensibilidad de las comunidades religiosas que residen en Jerusalén y la aman.

3. Hacemos un llamamiento a las autoridades religiosas para que protesten públicamente siempre que se lleven a cabo acciones irrespetuosas contra las personas religiosas, los símbolos y los Santos Lugares, como por ejemplo la profanación de los cementerios o el reciente ataque al patriarca armenio de Jerusalén. Les pedimos que eduquen a sus comunidades a comportarse con respeto ante las personas y ante la fe que éstas profesan.

Delegación judía:

1. Rabino Shar Yishuv Cohen, ex rabino jefe de Haifa
2. Rabino Rasson Arussi rabino jefe de Kirvat Ono
3 Rabino Yossef Azran, Rabino Jefe de Rishon-Lezion
4 Rabino David Brodman, director general del Centro para la Educación Judía en Savyon
5. Rabino David Rosen, director internacional para los Asuntos Religiosos
6. Señor Oded Wiener, director general del Gran Rabinato de Israel en Jerusalén

Delegación católica
1. Cardenal Jorge María Mejía, , archivero y bibliotecario emérito de la Santa Iglesia Romana
2. Cardenal Georges Cottier, O.P., antiguo Teólogo de la Casa Pontificia
3. Arzobispo Pietro Sambi, delegado apostólico en Jerusalén
4. Monseñor Giacinto-Boulos Marcuzzo, obispo auxiliar del Patriarcado Latino de Jerusalén
5. Monseñor Pier Francesco Fumagalli, consultor de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo.
6. Padre Norbert Hofmann, S.D.B., secretario de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo.

LunFeb20

 

Declaración conjunta de la Delegación del Gran Rabino de Israel y la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo

4 de diciembre de 2003

 

1. Después de dos encuentros en Jerusalén (junio de 2002, Tamuz 5762) y en Grottaferrata/Roma (febrero de 2003, Shvat 5763), se reunieron en Jerusalén las respectivas delegaciones de alto nivel para tratar sobre el tema de «la relevancia de las enseñanzas fundamentales de las Sagradas Escrituras que compartimos en la sociedad contemporánea y la adecuada educación de las futuras generaciones».

2. Las deliberaciones se desarrollaron en una atmósfera de amistad y respeto mutuo, y fue puesta de manifiesto la satisfacción por las firmes bases que ya se han establecido entre las dos delegaciones con la solemne promesa de continuar una colaboración efectiva.

3. Los participantes expresaron su profundo aprecio por las explícitas declaraciones dimanantes de la Santa Sede condenando la violencia contra los inocentes y denunciando las actuales manifestaciones de resurgimiento del antisemitismo, como afirmaron en sus declaraciones, en la Comisión Conjunta, los cardenales Walter Kasper, Jorge Mejía y Georges Cottier de la Delegación Vaticana. Con este espíritu, Su Eminencia Jorge Mejía escribió a los Grandes Rabinos de Israel: «No solamente es cruel sino vil y totalmente incompatible con ninguna conducta humana que acepte atacar a las personas en sus lugares de oración». Naturalmente, cuando se celebraba el encuentro de la Comisión Conjunta, Su Santidad el Papa Juan Pablo II, hizo un enérgico llamamiento «a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que unan sus voces a la mía cuando repito que el santo nombre de Dios nunca debe utilizarse para incitar a la violencia o al terrorismo, ni para promover el odio o la exclusión».

4. Las exposiciones se centraron en la enseñanza fundamental de las Sagradas Escrituras que nosotros compartimos, que declaran la fe en el Único Creador y Guía del Universo que ha formado a todos los seres humanos a su Imagen Divina con libre voluntad.

La humanidad es así una familia con responsabilidad moral de unos para con los otros. El ser conscientes de esta realidad lleva a que el compromiso religioso y moral sirva como verdadera declaración de la dignidad y de los derechos humanos en nuestro mundo moderno y dé una visión auténtica para una sociedad justa, paz universal y bienestar.

5. Vivimos en una aldea global de incomparables avances tecnológicos y científicos. Estos nos presentan el reto de usarlos para el bien y la bendición, y no para el mal y la maldición, lo que no permita Dios. A este respecto, el sistema global de los medios de comunicación social sirve como vehículo clave de edificación. Nos incumbe a nosotros utilizar constructivamente esta oportunidad para la edificación global de acuerdo con nuestras compartidas aspiraciones religiosas y morales anteriormente mencionadas.

6. Se puso énfasis en el hecho de que la respuesta al reto de promover la fe religiosa, en la sociedad contemporánea, requiere de nosotros vivos ejemplos de justicia, misericordia, tolerancia y humildad, de acuerdo con las palabras del Profeta Miqueas.

«Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que el Señor exige de ti. Es esto: practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con tu Dios» (Miq 6,8).

7. La educación religiosa puede y debe transmitir esperanza y dirección para vivir de manera positiva con solidaridad y armonía en nuestros complejos tiempos modernos. Ante todo, la fe en Dios es la que nos da verdadera seguridad y alegría de acuerdo con el versículo del Salmo 16: «Tengo siempre al Señor en mi presencia [...] y se alegra mi corazón [...]» (Sal 16, 8-9)-

8. En particular, los líderes y educadores religiosos tienen el deber especial de instruir a sus comunidades a fin de que sigan los caminos de la paz para el bienestar de toda la sociedad.

Hacemos este llamamiento especialmente a la familia de Abrahán e invitamos a todos los creyentes a que rechacen las armas de guerra y destrucción -«busca la paz y corre en pos de ella» (Sal 34, 15).

9. Como líderes religiosos compartimos el dolor y la aflicción de todos los que sufren hoy en Tierra Santa -individuos, familias y comunidades-: y expresamos nuestra ferviente esperanza y oraciones para que acaben las pruebas y tribulaciones en la Tierra que es santa para todos nosotros.

10. Finalmente, urgimos a nuestras comunidades, escuelas y familias, a vivir con comprensión y respeto mutuos y a comprometerse en el estudio y las enseñanzas de las Sagradas Escrituras que compartimos, para el ennoblecimiento de la humanidad, la paz y la justicia universales. Así se cumplirán las palabras del Profeta: «Trocarán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No alzará ya la espada pueblo contra pueblo ni se entrenarán ya para la guerra» (Is 2, 4).

Jerusalén, 3 de diciembre de 2003. Kislev 8, 5764.

Rabbi Shear Yashuv Cohen (presidente de la Delegación judía), Rabbi Rasson Arussi, Rabbi David Brodman, Rabbi Yosef Arzran, Rabbi David Rosen, Oded Wiener, Shmuel Hadas, cardenal Jorge Mejía (presidente de la Delegación católica), monseñor Giacinto-Boulos Marcuzzo, P. Elias Chacour, Pier Francesco Fumagalli, P. Norbert Hofmann S.D.B, monseñor Pietro Sambi

LunFeb20

 

Comisión para el diálogo católico-judío entre representantes de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el judaísmo y del Gran Rabinato de Israel

 

1. Después de un encuentro preliminar en Jerusalén, el 5 de junio de 2002, delegaciones de alto nivel de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo y el Gran Rabinato de Israel se han encontrado en la Villa Cavalletti (Grottaferrata - Roma), del 23 al 27 de febrero de 2003

Argumento central de las discusiones, que se desarrollaron en una atmósfera cordial y amistosa, fue la búsqueda de maneras de promover la paz, la armonía y los valores religiosos en las sociedades contemporáneas.

2. Hemos reconocido que el fundamento de nuestro diálogo debe consistir en la verdad y en la honestidad, en el respeto de nuestras diversas identidad religiosas. Nosotros dialogamos en cuanto creyentes que tienen raíces y un patrimonio espirituales comunes. El diálogo es un valor en sí, y excluye cualquier intención de conversión. Basándose en la enseñanza del Concilio Vaticano II y del Papa Juan Pablo II, la Iglesia reconoce que «los judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación» («Nostra aetate», n. 4; Romanos 11, 28-29). Constatamos nuestras respectivas tradiciones y nos respetamos recíprocamente en nuestra alteridad. Nos sentimos llamados a proclamar en el mundo el testimonio del Único Dios, y deseamos colaborar para reforzar los valores religiosos comunes, la paz en la justicia, la verdad y el amor.

3. Hemos acordado discutir sobre los siguientes argumentos, de cara a nuestra colaboración:
a) La santidad de la vida humana.
b) Los valores de la familia.

4. La santidad de la vida humana
4.1 La vida humana en nuestro mundo tiene un valor único y altísimo. Cualquier intento de destruir la vida humana debe ser rechazado. Sería necesario, además, esforzarse por promover juntos los derechos humanos, la solidaridad entre todos los seres humanos, el respeto por la libertad de conciencia.

4.2. Nuestra motivación religiosa común por esta afirmación central se funda en la declaración bíblica, según la cual, el ser humano es creado a imagen de Dios viviente, a su semejanza (Cf. Génesis 1, 26). Dios es el Santo y el Creador de la vida humana, y el ser humano está bendecido y llamado a corresponder a su Santidad. Por consiguiente, toda vida humana es santa, sacrosanta e inviolable. Según el libro del Levítico (19, 2), la santidad de Dios fundamenta el imperativo esencial del comportamiento humano: «¡Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy Santo!».
4.3 La defensa de la vida humana es una consecuencia ética de esta convicción. Todos los creyentes, y en particular las autoridades religiosas, deberían colaborar en la protección de la vida humana. Todo atentado a la vida de un ser humano es contrario a la voluntad de Dios, es una profanación del Nombre de Dios, atenta directamente contra la enseñanza de los profetas. Suprimir cualquier vida humana, incluida la propia, aunque sea en nombre de Dios, es un acto sacrílego.

Como ha subrayado repetidamente el Papa Juan Pablo II en su mensaje para la Jornada Mundial para la Paz, en el año 2002, ningún líder religioso puede justificar el terrorismo en ninguna parte del mundo. Declararse terrorista en nombre de Dios, cometer actos de violencia contra los demás en su nombre, es una profanación de la religión. La violencia terrorista, en cualquier parte del mundo, contradice la fe en Dios, creador del ser humano, que lo cuida y lo ama.

4.4 En cuanto jefes religiosos de comunidades de fieles, tenemos una responsabilidad totalmente particular en la educación de nuestras comunidades --particularmente de las generaciones más jóvenes-- en el respeto de la santidad de la vida humana. No podemos permitir ningún asesinato, en nombre de Dios que ordena: «No matarás» (Éxodo 20, 13; Deuteronomio 5, 17), evitando el abuso fanático o violento de la religión, como afirman los líderes religiosos judíos, cristianos y musulmanes en la «Declaración común de Alejandría» (enero, 2002). Todos nosotros deberíamos unir nuestras energías para edificar un mundo mejor para la vida, la fraternidad, la justicia, la paz y el amor entre todos.

4.5 Existen implicaciones culturales y educativas de nuestra colaboración en este campo. Todos los educadores deberían intensificar los esfuerzos para ofrecer programas que eduquen a los jóvenes en el respeto del altísimo valor de la vida humana. Contra la tendencia actual de violencia y de muerte en nuestras sociedades, deberíamos intensificar nuestra colaboración con los creyentes de todas las religiones y con todas las personas de buena voluntad para promover una «cultura de la vida».

5. Los valores de la familia

5.1 La institución de la familia procede de la voluntad del Omnipotente, que ha creado al ser humano a imagen de Dios, «hombre y mujer los creó» (Génesis 1, 27). El matrimonio en la perspectiva religiosa tiene un gran valor, pues Dios ha bendecido esta unión y la ha santificado.

5.2 La familia y la unidad doméstica ofrecen un ambiente de cariño y protección que alimenta a los hijos, y garantiza su educación apropiada, fieles a la propia tradición y a las propias creencias. La unidad familiar es el fundamento de toda la sociedad.

5.3 La revolución tecnológica y en los medios de comunicación ha producido sin duda positivos cambios en la sociedad. Al mismo tiempo, sin embargo, con demasiada frecuencia se ha desarrollado un influjo negativo sobre el comportamiento de la sociedad. Tanto los adultos como los jóvenes quedan expuestos a aspectos distorsionados y pervertidos de comportamientos, como la violencia y la pornografía. En cuanto líderes religiosos, nos encontramos ante el desafío de estas repercusiones destructivas.

5.4 Más que nunca, tenemos el deber de educar, tanto en las casas como en las escuelas, en los valores familiares, basándonos en nuestras ricas tradiciones religiosas. Los padres deberían dedicar mucho más tiempo a mostrar su amor a los hijos y a orientarles hacia actitudes positivas. Entre los valores familiares importantes, deberíamos subrayar el amor, el altruismo, el respeto por la vida y la responsabilidad de los hijos y de los padres, los unos a los otros (Cf. Éxodo 20, 12 y Deuteronomio 5, 16). En esta perspectiva, no podemos estar de acuerdo con «modelos alternativos» de unión de parejas y de familia.
6. Quisiéramos concluir con la Palabra de Dios: «Yo le conozco [a Abraham] y sé que mandará a sus hijos y a su descendencia que guarden el camino del Señor, practicando la justicia y el derecho, de modo que el Señor pueda concerderle a Abraham lo que le tiene apalabrado» (Génesis 18, 19)

Grottaferrata – Roma (Villa Cavalletti)
26 febbraio 2003
Rabino Shar Yishuv Cohen, presidente de la Delegación judía
Rabino Ratzon Arrusi
Rabino David Brodman Señor Oded Wiener Su Excelencia Señor Shmuel Hadas
Jorge Cardinal Mejía, presidente de la Delegación católica
Obispo Giacinto-Boulos Marcuzzo
P. Georges Cottier O.P. P. Elias Shacour
Monseñor Pier Francesco Fumagalli
P. Norbert Hofmann S.D.B.
Arzobispo Pietro Sambi

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