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Notas para una correcta presentación de Judíos y Judaísmo - mayo 1985

 

NOTAS PARA UNA CORRECTA PRESENTACIÓN DE JUDÍOS Y JUDAÍSMO EN LA PREDICACIÓN Y LA CATEQUESIS DE LA IGLESIA CATOLICA

 Mayo, 1985

 

Consideraciones preliminares

El Papa Juan Pablo II decía, en marzo de 1982, a los delegados de las Conferencias episcopales y otros expertos, reunidos en Roma para estudiar las relaciones entre Iglesia y Judaísmo: "... os habéis interesado, durante vuestra reunión, de la enseñanza católica y de la catequesis, en relación con los judíos y el Judaísmo... Se debería llegar a que esta enseñanza, en los diversos niveles de formación religiosa, y en la catequesis impartida a niños y adolescentes, presentara a los judíos y el judaísmo, no sólo de manera honesta y objetiva, sin ningún prejuicio y sin ofender a nadie, sino mejor todavía con una conciencia viva de la herencia" común a judíos y cristianos.

En este texto, tan denso de contenido, el Papa se inspiraba visiblemente en la Declaración conciliar Nostra aetate, 4, donde se dice:

"Por consiguiente, procuren todos no enseñar cosa alguna que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, tanto en la catequesis como en la predicación de la palabra de Dios". Tenía también presentes estas palabras: "Como es tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos".

Igualmente, las "Orientaciones y Sugerencias para la aplicación de la Declaración conciliar Nostra aetate, 4" concluyen el capítulo III, intitulado "Enseñanza y Educación", donde se enumeran una serie de indicaciones concretas destinadas a ser puestas en práctica en uno y otro campo, con esta recomendación:

"La información acerca de estas cuestiones debe ser impartida a todos los niveles de enseñanza y educación del cristiano. Entre los medios de información, revisten particular importancia los siguientes:

- Manuales de catequesis.

- Libros de historia.

- Medios de comunicación social (prensa, radio, cine, TV).

El empleo eficaz de estos medios presupone una específica formación de los profesores y de los educadores en las escuelas, así como en los Seminarios y Universidades" (AAS 77, 1975, p. 73).

Los párrafos que siguen se proponen servir a este propósito.

I Enseñanza religiosa y Judaísmo

1. En la Declaración conciliar Nostra aetate, 4, el Concilio habla del "vínculo" que une "espiritualmente" a cristianos y judíos, así como del "gran patrimonio espiritual común" a ambos, y afirma todavía que "la Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los patriarcas, en Moisés y en los profetas, conforme al misterio salvífico de Dios".

2. En razón de estas relaciones únicas, existentes entre Cristianismo y Judaísmo, "vinculados en el nivel mismo de su propia identidad" (Juan Pablo II, discurso del 6 de marzo de 1982), relaciones "fundadas en el designio del Dios de la Alianza"(ib), los judíos y el Judaísmo no deberían ocupar un lugar tan solo marginal y ocasional en la catequesis (y la predicación). Su presencia indispensable debe ser en ella integrada de manera orgánica.

3. Este interés por el judaísmo en la enseñanza católica no tiene solamente un fundamento histórico o arqueológico. Como decía el Santo Padre, en el discurso varias veces citado, después de mencionar el "patrimonio común" entre Iglesia y Judaísmo, que es "considerable": "Hacer el inventario de este patrimonio en sí mismo, pero también teniendo en cuenta la fe y la vida religiosa del pueblo judío, tal como se la practica hoy, puede ayudar a entender mejor determinados aspectos de la vida de la Iglesia". Se trata por consiguiente de una preocupación pastoral por una realidad siempre viva, en estrecha relación con la Iglesia. El Santo Padre ha presentado esta realidad permanente del pueblo judío con una notable fórmula teológica, en su alocución a los representantes de la comunidad judía de Alemania Federal, en Maguncia, el 17 de noviembre de 1980: "...el pueblo de Dios de la Antigua Alianza, nunca revocada...

4. Es preciso referir ya aquí el texto en el cual las "Orientaciones y sugerencias" han procurado definir la condición fundamental del diálogo: "Respetar al interlocutor tal como es", "entender mejor los elementos fundamentales de la tradición religiosa judía" y además, procurar "captar los rasgos esenciales con que los judíos se definen a sí mismos a la luz de su actual realidad religiosa"(Intr.).

5. La singularidad y la dificultad de la enseñanza cristiana acerca de los judíos y el Judaísmo consisten sobre todo en la exigencia de retener a la vez ambos términos de varias expresiones dobles, en las que se expresa la conexión entre las dos economías del Antiguo y del Nuevo Testamento:

Promesa y cumplimiento.
Continuidad y novedad.
Singularidad y universalidad.
Unicidad y ejemplaridad.
Importa que el teólogo o el catequista que quiera tratar de este tema, se preocupe de hacer ver, en la práctica misma de su enseñanza que:

La promesa y el cumplimiento se iluminan mutuamente.
La novedad consiste en una transformación de lo que ya existía antes.
El carácter singular del pueblo del Antiguo Testamento no es exclusivo, sino que está abierto, en la visión divina, a una extención universal.
El carácter unido de ese mismo pueblo existe en función de una ejemplaridad.
6. Finalmente, "en este campo, la imprecisión y la mediocridad causarían grave daño" al diálogo judeo-cristiano (Juan Pablo II, discurso del 6 de marzo de 1982). Pero sobre todo dañarían, puesto que se trata de enseñanza y educación, a la "propia identidad"cristiana (ib.).

7. "En virtud de su misión divina, la Iglesia" que es "el auxilio general de salvación" y en quien se encuentra "la total plenitud de los medios de salvación"(Unitatis redintegratio, 3), "tiene por naturaleza el deber de proclamar a Jesucristo en el mundo"(Orientaciones y sugerencias, 1). En efecto, creemos que es por él que vamos al Padre (cf. Jn 14, 6), y que "la vida eterna es que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado, Jesucristo"(Jn 17, 3).

Jesús afirma (ib. 10, 16) que "habrá un solo rebaño y un solo pastor". Iglesia y Judaísmo no pueden así ser presentados como dos vías paralelas de salvación, y la Iglesia debe dar testimonio de Cristo redentor a todos, "respetando escrupulosamente la libertad religiosa tal como la ha enseñado el Concilio Vaticano II (Declaración Dignitatis humanae)" (Orient. y Sug., 1).

8. La urgencia y la importancia de una enseñanza precisa, objetiva y rigurosamente exacta acerca del Judaísmo, a nuestros fieles, se deduce también del peligro de un antisemitismo siempre a punto de reaparecer bajo rostros diferentes. En esto, no se trata solamente de erradicar, en nuestros fieles, los restos de antisemitismo que se encuentran todavía aquí y allí, sino mucho más de suscitar en ellos, mediante la tarea educativa, un conocimiento exacto del "vínculo" (cf. Nostra aetate, 4) absolutamente único, que, como Iglesia, nos liga a los judíos y al Judaísmo. De este modo les enseñaríamos a apreciar y amar a aquellos que, elegidos por Dios para preparar la venida de Cristo, han conservado todo aquello que les fuera progresivamente revelado y otorgado en el curso de esta preparación, no obstante su dificultad en reconocer en él a su Mesías.

II Relaciones entre el Antiguo y el Nuevo Testamento

1. Antes de referirse a cada uno de los acontecimientos de la historia, es preciso presentar la unidad de la Revelación bíblica (Antiguo y Nuevo Testamento) y del plan divino, a fin de subrayar bien que cada uno de ellos no adquiere su significación sino a la luz de la totalidad de esa historia, de la creación a la consumación. Ella concierne a todo el género humano y particularmente a los creyentes. De este modo, el sentido definitivo de la elección de Israel aparece solamente a la luz de la realización plena (Rom 9-11) y la elección en Jesucristo se comprende todavía mejor en relación con el anuncio y la promesa (cf. Heb 4, 1-11).

2. Se trata sin duda de acontecimientos singulares que conciernen a una nación singular, pero que, en la intención de Dios que revela su propósito, están destinados a recibir un significado universal y ejemplar.

Se trata además de presentar los acontecimientos del Antiguo Testamento no como hechos que tocan solamente a los judíos, sino que nos afectan también personalmente. Abraham es de veras el padre de nuestra fe (cf. Rom 4, 11-12; Canon romano: patriarchae nostri Abrahae). Y se nos dice (1 Cor 10, 1): "Nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, todos atravesaron el mar". Los patriarcas y los profetas y otras personalidades del Antiguo Testamento han sido y serán siempre venerados como santos en la tradición litúrgica de la Iglesia oriental como también de la Iglesia latina.

3. De esta unidad del plan divino surge el problema de la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La Iglesia, ya en los tiempos apostólicos (cf. 1 Cor 10, 11); Heb 10, 1), y luego constantemente en su tradición, ha resuelto ese problema sobre todo con la ayuda de la tipología, lo cual subraya el valor primordial que el Antiguo Testamento debe tener en la perspectiva cristiana. No obstante, la tipología suscita en no pocos un malestar y ello es quizá indicio de un problema irresuelto.

4. En el uso de la tipología, cuya doctrina y cuya práctica hemos recibido de la liturgia y de los Padres de la Iglesia, se tendrá cuidado, pues, de evitar toda transición del Antiguo al Nuevo Testamento que fuera considerada solamente como ruptura. La Iglesia, con la espontaneidad del espíritu que la anima, ha condenado enérgicamente la actitud de Marción* y se ha opuesto siempre a su dualismo.

5. Interesa igualmente acentuar que la interpretación tipológica consiste en leer el Antiguo Testamento como preparación y, bajo ciertos aspectos, como esbozo y anuncio del Nuevo (cf. Heb 5, 5-10 etc.). Cristo es, a partir de éste, la referencia-clave de las Escrituras: "la roca era Cristo" (1 Cor 10, 4).

6. Es entonces verdad, y es preciso asimismo subrayarlo, que la Iglesia y los cristianos leen el Antiguo Testamento a la luz del acontecimiento de Cristo, muerto y resucitado, y que, por este motivo, hay una lectura cristiana del Antiguo Testamento que no coincide necesariamente con la lectura judía. De este modo, identidad cristiana e identidad judía deben ser cuidadosamente distinguidas en sus respectivas lecturas de la Biblia. Pero esto nada quita del valor del Antiguo Testamento en la Iglesia ni impide que los cristianos puedan a su vez aprovechar con discernimiento las tradiciones de la lectura judía.

7. La lectura tipológica no hace más que manifestar las riquezas insondables del Antiguo Testamento, su contenido inagotable y el misterio del que está colmado. No debe hacer olvidar que conserva su valor propio de Revelación, que en Nuevo Testamento a menudo no hará más que resumir (cf. Mc 12, 29-31) por lo demás, el mismo Nuevo Testamento pide ser leído también a la luz del Antiguo. La catequesis primitiva recurrirá constantemente a él (cf. vgr. 1 Cor 5, 6-8; 10, 1-11).

8. La tipología significa además la proyección hacia el cumplimiento del plan divino, cuando "Dios será todo en todas las cosas" (1 Cor 15, 28). Esto vale también para la Iglesia, que, realizada ya en Cristo, no por eso deja de esperar su perfección definitiva, como Cuerpo suyo. El hecho de que el Cuerpo de Cristo tienda todavía hacia su estatura perfecta (cf. Ef 4, 12-13), nada detrae al valor del ser cristiano. Igualmente, la vocación de los patriarcas y el Éxodo de Egipto no pierden su importancia y su consistencia propia en el plan de Dios porque son, a la par, etapas intermediarias de ese plan (cf. vgr. Nostra aetate, 4).

9. El Éxodo, por ejemplo, representa una experiencia de salvación y de liberación que no se concluye en sí misma, sino al contrario, lleva en sí, además de su significación propia, el germen de un desarrollo ulterior. La salvación y la liberación han sido ya realizadas en Cristo y a la vez se realizan gradualmente por los sacramentos en la Iglesia.

Así se prepara el cumplimiento definitivo del plan de Dios, que espera entonces su definitiva consumación con el retorno de Jesús, como Mesías, por el cual rezamos cada día. El Reino, por el cual oramos igualmente todos los días, será entonces finalmente instaurado. Entonces, la salvación y la liberación habrán transformado en Cristo a los elegidos y a la totalidad de la creación (cf. Rom 8, 19-23).

10. Además, al subrayar la dimensión escatológica del cristianismo, se adquirirá una más viva conciencia del hecho de que el pueblo de Dios de la antigua y de la nueva Alianza, tiende hacia metas análogas: la venida, o el retorno, del Mesías, aun se si parte de dos puntos de vista diferentes. Y nos daremos cuenta con mayor claridad de que la persona del Mesías, en relación con la cual el pueblo de Dios está dividido, es también para él un punto de convergencia (cf. "Sussidi per l'ecumenismo" de la diócesis de Roma, n. 140). Se puede así decir que judíos y cristianos se encuentran en una esperanza comparable, fundada sobre una misma promesa hecha a Abraham (cf. Gn 12, 1-3; Heb 6, 13-18).

11. Atentos al mismo Dios que ha hablado, suspendidos a la misma palabra, nos corresponde dar testimonio de una misma memoria y de una común esperanza en Aquel que es el Señor de la historia. Deberíamos así asumir nuestra responsabilidad de preparar el mundo a la venida del Mesías, operando juntos por la justicia social, el respeto de los derechos de la persona humana y de las naciones, en orden a la reconciliación social e internacional. A ello somos impulsados, judíos y cristianos, por el precepto del amor del prójimo, una común esperanza del Reino de Dios y la gran herencia de los Profetas. Inculcada desde temprano por la catequesis, una concepción semejante educaría de manera concreta a los jóvenes cristianos a una relación de cooperación con los judíos, yendo más allá del simple diálogo (cf. Orient. y Sug. IV).

III Raíces judías del cristianismo

12. Jesús era judío y no ha dejado nunca de serlo. Su ministerio se ha limitado, voluntariamente, a "las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mt 15, 24). Jesús era plenamente un hombre de su tiempo y de su ambiente, el ambiente judío palestino del siglo primero d.C., cuyas angustias y esperanzas ha compartido. Esta afirmación no es más que una acentuación de la realidad de la Encarnación, y del sentido mismo de la historia de la salvación, como nos ha sido revelado en la Biblia (cf. Rom 1, 3-4; Gál 4, 4-5).

13. La relación de Jesús con la ley bíblica y sus interpretaciones más o menos tradicionales son ciertamente complejas. Respecto de ella ha dado pruebas de una gran libertad (cf. las "antítesis" del Sermón de la Montaña: Mt 5, 21-48, con la debida consideración de las dificultades exegéticas; cf. también la actitud de Jesús ante una observancia rigurosa del sábado: Mc 3, 1-6, etc.).

Pero, por otra parte, no cabe duda de que quiere someterse a la ley (cf. Gál 4, 4), ha sido circuncidado y presentado al Templo, como cualquier otro judío de su tiempo (cf. Lc 2, 21. 22-24), y fue educado para observarla. Exhortaba a respetarla (cf. Mt 5, 17-20), e invitaba a obedecerla (cf. Mt 8, 4). El ritmo de su vida estaba marcado por la observancia de las peregrinaciones, con ocasión de las grandes fiestas, y ello desde su infancia (cf. Lc 2, 41-50; Jn 2, 13; 7, 10, etc.). Con frecuencia se ha notado, en el Evangelio de Juan, la importancia del ciclo de las fiestas judías (cf. 2, 13; 5, 1; 7, 2.10.37; 10, 22; 12, 1.13,1; 18, 28; 19, 42, etc.).

14. Conviene notar todavía que Jesús enseña a menudo en las sinagogas (cf. Mt 4, 23; 9, 35; Lc 4, 15-18; Jn 18, 20 etc.) y en el Templo (cf. Jn 18, 20 etc.), que frecuentaba, como sus discípulos, incluso después de la resurrección (cf. vgr. Hech 2, 46; 3, 1; 21, 26, etc.). Ha querido insertar en el contexto del culto en la sinagoga la proclamación de su mesianidad (cf. Lc 4, 16-21). Pero sobre todo ha querido realizar el acto supremo del don de sí mismo en el marco de la liturgia doméstica de la Pascua, o por lo menos en el marco de la festividad pascual (cf. Mc 14, 1.12 y paralelos; Jn 18, 28). Y ello permite comprender mejor el carácter de "memoria" de la Eucaristía.

15. El Hijo de Dios se ha encarnado así en un pueblo y una familia humana (cf. Gál 4, 4; Rom 9, 5), lo cual no quita nada al hecho de que haya nacido por todos los hombres, antes al contrario (alrededor de su cuna están los pastores judíos y los magos paganos: Lc 2, 8-20; Mt 2, 1-12); y de que haya muerto por todos (al pie de la cruz, de nuevo encontramos a los judíos, María y Juan entre ellos: Jn 19, 25-27, y los paganos, como el centurión: Mc 15, 39 y paralelos). De esta manera, Jesús ha hecho uno de los dos pueblos en su carne (cf. Ef 2, 14-17). Se explica entonces que hubiera, en Palestina y en otras partes, junto a la Ecclesia ex gentibus, una Ecclesia ex circumcisione, de la cual habla por ejemplo Eusebio (Hist. Eccl. IV, 5).

16. Las relaciones de Jesús con los Fariseos no fueron siempre del todo polémicas. Hay de esto numerosos ejemplos:

Son fariseos quienes previenen a Jesús del peligro que corre (Lc 13, 31).
Fariseos son alabados, como el "escriba" de Mc 12, 34.
Jesús come con fariseos (Lc 7, 36; 14, 1).
17. Jesús comparte, como la mayoría de los judíos palestinos de aquel tiempo, doctrinas propias de los fariseos: la resurrección de los cuerpos; las formas de piedad: limosna, oración, ayuno, (cf. Mt 6, 1-18; la costumbre litúrgica de dirigirse a Dios como Padre; la prioridad del precepto del amor de Dios y del prójimo (cf. Mc 12, 28-34). Lo mismo vale de Pablo (cf. vgr. Hech 23, 8), quien ha tenido siempre como un título honorífico su pertenencia al grupo fariseo (cf. ib. 23, 6; 26, 5; Flp 3, 5).

18. Pablo, como por lo demás el mismo Jesús, ha utilizado métodos de lectura y de interpretación de la Escritura y de enseñanza a los propios discípulos, comunes a los fariseos de su tiempo, Es el caso del uso de las parábolas en el ministerio de Jesús, como también del método, aplicado por Jesús y por Pablo, de sustentar una conclusión con una cita de la Escritura.

19. Hay que notar todavía que los fariseos no son mencionados en los relatos de la Pasión. Gamaliel (cf. Hech 5, 34-39) toma la defensa de los Apóstoles en una reunión del Sanhedrín.

Una presentación exclusivamente negativa de los fariseos corre el riesgo de ser inexacta e injusta (cf. Orient. y Sug. Nota 1: AAS a, c., p. 76). Si se encuentran en los Evangelios y en otras partes del Nuevo Testamento toda clase de referencias desfavorables a los fariseos, es necesario verlas contra el telón de fondo de un movimiento complejo y diversificado. Las críticas contra tipos diferentes de fariseos no faltan por lo demás en las fuentes rabínicas (cf. Talmud de Babilonia, tratado Sotah 2 b, etc.). El "fariseísmo", en sentido peyorativo, puede prosperar en cualquier religión.

Se puede también notar que, si Jesús se muestra severo con los fariseos, la razón es que, entre ellos y él, existe mayor proximidad que con los demás grupos judíos del mismo período (cf. supra n. 17).

20. Todo esto debiera contribuir a hacer entender mejor la afirmación de San Pablo (Rom 2, 16ss) sobre la "raíz" y las "ramas". La Iglesia y el cristianismo, con toda su novedad, encuentran su origen en el ambiente judío del primer siglo de nuestra era, y más profundamente todavía en el "plan de Dios"(Nostra aetate, 4), realizado en los patriarcas, Moisés y los profetas (ib.), hasta su consumación en Cristo Jesús.

IV Los judíos en el Nuevo Testamento

21. Las "Orientaciones" decían ya (nota 1): "La fórmula 'los judíos'en San Juan designa a veces, según los contextos, a 'los jefes de los judíos' o a 'los adversarios de Jesús', expresiones que formulan mejor el pensamiento del evangelista y evitan que dé la impresión de que se acusa al pueblo judío como tal".

Una presentación objetiva del papel del pueblo judío en el Nuevo Testamento debe tomar en cuenta los siguientes datos:

A. Los Evangelios son el fruto de una labor redaccional prolongada y complicada. La Constitución dogmática Dei Verbum, a la zaga de la Instrucción Sancta Mater Ecclesia de la Pontificia Comisión Bíblica, distingue en ella tres etapas: "Los autores sagrados compusieron los cuatro Evangelios escogiendo datos de la tradición oral o escrita, reduciéndolos a síntesis, adaptándolos a la situación de las diversas Iglesias, conservando siempre el estilo de la proclamación; así nos transmitieron datos auténticos y genuinos acerca de Jesús"(n. 19).

No se excluye entonces que algunas referencias hostiles o poco favorables a los judíos, tengan como su contexto histórico los conflictos entre la Iglesia naciente y la comunidad judía.

Ciertas polémicas reflejan la condición de las relaciones entre judíos y cristianos, bien posteriores a Jesús.

Esta comprobación tiene un valor capital si se quiere recabar el sentido de algunos textos de los Evangelios para los cristianos de hoy.

De todo eso se debe tomar nota cuando se preparan las catequesis y las homilías para las últimas semanas de Cuaresma y para la Semana Santa (cf. ya Orient. y Sug. II; y ahora también los "Sussidi" de la diócesis de Roma, n. 124b.).

B. Es claro, por otra parte, que, desde el comienzo del ministerio de Jesús, hubo conflictos entre él y ciertas categorías de judíos de su tiempo, también con los fariseos (cf. Mc 2, 1-11.24; 3, 6 etc.).

C. Se da igualmente el hecho doloroso de que la mayoría del pueblo judío y sus autoridades no han creído en Jesús, hecho que no es solamente un acontemiento histórico, sino que posee importancia teológica, dimensión cuyo significado san Pablo procura interpretar (Rom cap. 9-11).

D. Tal hecho, acentuado a medida que se desarrollaba la misión cristiana, sobre todo entre los paganos, ha llevado a una inevitable ruptura entre el Judaísmo y la Iglesia naciente, a partir de este momento irreductiblemente separados y divergentes en el plano mismo de la fe, situación que se refleja en la redacción de los textos del Nuevo Testamento, y en especial en los Evangelios. No se trata de disminuir o disimular esta ruptura; ello no haría más que perjudicar la identidad de cada uno. No obstante, la ruptura no suprime ciertamente el "vínculo" espiritual del cual habla el Concilio (Nostra aetate, 4), y algunas de cuyas dimensiones nos proponemos elaborar en el presente texto.

E. Al reflexionar sobre el hecho aludido, a la luz de la Escritura, y especialmente de los capítulos citados de la carta a los Romanos, los cristianos no deben nunca olvidar que la fe es un don libre de Dios (cf. Rom 9, 12) y que la conciencia ajena no debe ser juzgada. La exhortación de san Pablo a no "engreírse" (Rom 11, 18) respecto de la "raíz" (ib.), cobra aquí todo su sentido.

F. No se puede poner en un mismo plano a los judíos que conocieron a Jesús y no creyeron en él, o los que se opusieron a la predicación de los apóstoles, con los que vinieron después y con los judíos de nuestro tiempo. Si la responsabilidad de aquellos en su actitud frente a Jesús permanece un misterio de Dios (cf. Rom 11, 25), estos se encuentran en una situación del todo diferente. El Segundo Concilio Vaticano (Declaración Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa) enseña que "todos los hombres deben estar inmunes de coacción... y ello de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella..." (n. 2). Esta es una de las bases sobre las que se apoya el diálogo judeo-cristiano, promovido por el Concilio.

22. La delicada cuestión de la responsabilidad por la muerte de Cristo debe ser encarada en la óptica de la Declaración conciliar Nostra aetate y las Orientaciones y sugerencias"(III). "Lo que se hizo en la Pasión de Cristo no puede ser imputado, ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy", aunque las autoridades de los judíos, con sus seguidores, reclamaron la muerte de Cristo. Y más abajo: "Cristo... abrazó voluntariamente, movido por inmensa caridad, su pasión y muerte por los pecados de todos los hombres, para que todos consigan la salvación"(Nostra aetate, 4).

El Catecismo del Concilio de Trento enseña además que los cristianos que pecan son más culpables de la muerte de Cristo que los pocos judíos que en ella intervinieron: estos, en efecto, "no sabían lo que hacían" (Lc 23, 34) y nosotros, en cambio, lo sabemos demasiado bien (Parte I, cap. V, cust. XI). En la misma línea y por la misma razón, "no se ha de señalar a los judíos como réprobos de Dios y malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras" (Nostra aetate, 4), aun si es verdad que "la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios"(ib.).

V La liturgia

23. Judíos y cristianos hacen de la Biblia la sustancia misma de su liturgia: en la proclamación de la palabra de Dios, en la respuesta a ella, en la oración de alabanza y de intercesión por los vivos y los muertos, en el recurso a la misericordia divina. La liturgia de la Palabra, en su estructura propia, tiene su origen en el judaísmo. La liturgia de las Horas y otros textos y formularios litúrgicos tienen paralelos en el judaísmo, como también las mismas fórmulas de nuestras oraciones más venerables, entre ellas el Padrenuestro. Las oraciones eucarísticas se inspiran asimismo de modelos de la tradición judía. Como decía Juan Pablo II (alocución del 6 de marzo de 1982): "La fe y la vida religiosa del pueblo judío, tal como son vividas y profesadas todavía, (pueden) ayudar a comprender mejor ciertos aspectos de la vida de la Iglesia. Es el caso de la liturgia...".

24. Esto es particularmente visible en las grandes fiestas del año litúrgico, como la Pascua. Cristianos y judíos celebran la Pascua: Pascua de la historia, en tensión hacia el futuro, para los judíos; Pascua realizada en la muerte y la resurrección de Cristo, para los cristianos, pero siempre a la espera de la consumación definitiva (cf. supra n. 9). Es el "memorial", que nos viene de la tradición judía, con un contenido específico, diverso en cada caso. Hay así, en una parte como en la otra, un dinamismo semejante para los cristianos, este dinamismo confiere su significación a la celebración eucarística (cf. la antífona "O Sacrum Convivium", celebración pascual, y como tal, actualización del pasado, pero vivida en la espera "hasta que él venga" (1 Cor 11, 26).

VI Judaísmo y Cristianismo en la historia

25. La historia de Israel no acaba el año 70 (cf. Orientaciones y Sugerencias II). Seguirá adelante, especialmente en una numerosa diáspora, que permitirá a Israel llevar a todas partes el testimonio, a menudo heroico, de su fidelidad al Dios único y "ensalzarle ante todos los vivientes" (Tob 13, 4), conservando siempre la memoria de la tierra de los antepasados en lo más íntimo de su esperanza (cf. Seder pascual).

Los cristianos son animados a comprender este vínculo religioso, que hunde sus raíces en la tradición bíblica, sin por eso apropiarse una interpretación religiosa particular de esta relación (cf. Declaración de la Conferencia de los Obispos católicos de los Estados Unidos, 20 de noviembre de 1975).

Por lo que toca a la existencia del Estado de Israel y sus opciones políticas, deben ser encaradas en una óptica que no es en sí misma religiosa, sino referida a los principios comunes del derecho internacional.

La persistencia de Israel (cuando tantos pueblos antiguos han desaparecido sin dejar rastros) es un hecho histórico y a la vez un signo que pide ser interpretado en el plan de Dios. Es preciso, en todo caso, liberarse de la concepción tradicional de un pueblo castigado, que habría sido conservado para servir de argumento viviente para la apologética cristiana. Es siempre el pueblo electo, "el olivo legítimo en el cual han sido injertadas las ramas del olivo silvestre, que son los gentiles" (Juan Pablo II, 6 de marzo de 1982, aludiendo a Rom 11, 17-24). Se tendrá presente cuán negativo es el balance de las relaciones entre judíos y cristianos, durante dos milenios. Se recordará también que esta permanencia de Israel ha sido acompañada por una continua creatividad espiritual, en el período rabínico, durante la Edad Media, y en los tiempos modernos, a partir de un patrimonio que, por mucho tiempo, nos ha sido común, de tal manera que "la fe y la vida religiosa del pueblo judío, tal como son vividas y profesadas todavía hoy, (pueden) ayudar a comprender mejor ciertos aspectos de la vida de la Iglesia" (Juan Pablo II, 6 de marzo de 1982). La catequesis debería, por otra parte, ayudar a comprender el significado para los judíos de su exterminación durante los años 1939 a 1945 y de sus consecuencias.

26. La educación y la catequesis deben ocuparse del problema del racismo, siempre activo en las diferentes formas de antisemitismo. El Concilio presentaba el problema de este modo: "Además, la Iglesia... consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada, no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos"(Nostra aetate, 4). Y las Orientaciones comentan: "Los vínculos espirituales y las relaciones históricas que unen a la Iglesia con el Judaísmo, condenan como contrarias al espíritu mismo del cristianismo todas las formas de antisemitismo y discriminación, cosa que de por sí la dignidad de la persona humana basta para condenar" (Preámbulo).

VII Conclusión

27. La enseñanza religiosa, la catequesis y la predicación deben disponer, no sólo a la objetividad, la justicia y la tolerancia, sino a la comprensión y al diálogo. Nuestras dos tradiciones tiene un parentesco tan estrecho que no se pueden ignorar. Es preciso exhortar a un conocimiento mutuo a todos los niveles. Porque se comprueba una penosa ignorancia, en especial de la historia y de las tradiciones del Judaísmo, del cual sólo los aspectos negativos y a menudo caricaturales, parecen ser parte del bagaje común de muchos cristianos.

A esto estas Notas se proponen poner remedio. De esta manera, el texto del Concilio y de las Orientaciones y Sugerencias serán más fácilmente puestos en práctica.

Johannes Cardenal Willebrands

Presidente

Pierre Duprey

Vicepresidente

Jorge Mejía

Secretario

(Mayo 1985)

Orientaciones y Sugerencias - diciembre 1974

 

Orientaciones y sugerencias para la aplicación de la declaración conciliar
"Nostra Aetate" (Nº 4)

 

Documento de la Comisión para las Relaciones con el Judaísmo

 

"La declaración Nostra Aetate, de fecha 28 de octubre de 1965, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas" marca un hito importante en la historia de las relaciones entre judíos y católicos.

Por lo demás, la iniciativa conciliar está enmarcada en un contexto profundamente modificado por el recuerdo de las persecuciones y matanzas sufridas por los judíos en Europa inmediatamente antes y durante la segunda guerra mundial.

A pesar de que el cristianismo haya nacido dentro del judaísmo y haya recibido de él algunos elementos esenciales de su fe y de su culto, la fractura se ha hecho cada vez más honda, hasta el punto de llegar casi a una mutua incomprensión.

Al cabo de dos milenios, caracterizados demasiado a menudo por la ignorancia mutua y frecuentes enfrentamientos, la Declaración Nostra Aetate brindaba la ocasión para entablar o proseguir un diálogo con miras a un mejor conocimiento recíproco. Durante los nueve años transcurridos, a partir de la promulgación de la Declaración, se han emprendido numerosas iniciativas en distintos países. Estas han dado lugar a desentrañar mejor las condiciones, dentro de las cuales es posible elaborar y fomentar nuevas relaciones entre judíos y cristianos. Parece que ha llegado el momento de proponer, siguiendo las orientaciones del Concilio, algunas sugerencias concretas, basadas en la experiencia, con la esperanza de que sirvan para tratar de hacer realidad en la vida de la Iglesia los propósitos expuestos en el Documento conciliar.

Partiendo de dicho Documento, aquí hay que recordar solamente que los vínculos espirituales y las relaciones históricas que unen a la Iglesia con el judaísmo condenan como contrarias al espíritu mismo del cristianismo todas las formas de antisemitismo y discriminación, cosa que de por sí la dignidad humana basta para condenar. Con mayor razón estos vínculos y relaciones imponen el deber de una mejor comprensión recíproca y de una renovada estima mutua. De manera positiva es importante, pues, concretamente, que los cristianos procuren entender mejor los elementos fundamentales de la tradición religiosa hebrea y que capten los rasgos esenciales con que los judíos se definen a sí miso a la luz de su actual realidad religiosa.

De acuerdo con estas con consideraciones de principios, proponemos sencillamente algunas primeras aplicaciones prácticas en varios sectores esenciales de la vida de la Iglesia, con miras a iniciar o a fomentar de manera sana las relaciones entre los católicos y sus hermanos hebreos.

1. el dialogo

En realidad, hay que reconocer que las relaciones entre hebreos y cristianos, cuando las ha habido, no han superado generalmente el monólogo; lo importante ahora es entablar un verdadero diálogo.

El diálogo presupone un deseo mutuo de conocerse y de ampliar e intensificar este conocimiento. Constituye un medio privilegiado para facilitar un mejor conocimiento mutuo y, concretamente en el caso del diálogo entre judíos y cristianos, para conocer más a fondo las riquezas de la propia tradición. Condición para el diálogo es respetar al interlocutor tal como es y, sobre todo, respetar su fe y sus convicciones religiosas.

En virtud de su misión divina, la Iglesia tiene por su naturaleza el deber de proclamar a Jesucristo en el mundo (Ad Gentes,2) Para evitar que este testimonio de Jesucristo pueda parecer a los judíos una agresión, los católicos procurarán vivir y proclamar su fe respetando escrupulosamente la libertad religiosa tal como la ha enseñado el Concilio Vaticano II (Declaración "Dignitatis Humanae"). Deberán esforzarse, asimismo, por comprender las dificultades que el alma hebrea experimenta ante el misterio del Verbo encarnado, dada la noción tan alta y pura que ella tiene de la trascendencia divina.

Si bien es verdad que en este terreno reina todavía un clima de recelo bastante extendido, motivado por un pasado deplorable, los cristianos, por su lado, han de saber reconocer su parte de responsabilidad y sacar las consecuencias prácticas para el futuro.

Además de las reuniones fraternas, se estimulará también el encuentro de especialistas, con miras a estudiar los múltiples problemas relacionados con las convicciones fundamentales del judaísmo y del cristianismo. Gran apertura de espíritu, prevención contra los propios prejuicios y tacto: tales son las cualidades indispensables para no herir, ni siquiera involuntariamente, a los interlocutores.

Si las circunstancias lo permiten y es deseable por ambas partes, podrá facilitarse un encuentro común ante Dios, en la oración y la meditación silenciosa, ya que éste es muy eficaz para obtener la humildad y la apertura de espíritu y de corazón, tan necesarias para el conocimiento profundo de sí mismo y de los demás. Las grandes causas, como son ofrecer la ocasión para dar vida a tales encuentros.

2. la liturgia

Deberán recordarse los vínculos existentes entre la liturgia cristiana y la liturgia judía. La comunidad de vida al servicio de Dios y de la humanidad por amor a Dios, tal como se realiza en la liturgia, es una característica tanto de la liturgia judía como de la cristiana. Para las relaciones judeo-cristianas es necesario conocer los elementos comunes de la vida litúrgica (fórmulas, fiestas, ritos, etc.), en los que la Biblia ocupa un lugar esencial.

Deberá hacerse un esfuerzo por comprender mejor lo que en el Antiguo testamento conserva su valor propio y perenne (cf. "Dei Verbum", 14-15); porque este valor o ha sido anulado por la interpretación posterior del Nuevo Testamento que, al contrario, le da su significado pleno, recibiendo a su vez luz y explicación (cf. ibidem 16). La importancia de esto es tanto mayor en cuanto que la reforma litúrgica pone a los cristianos cada vez más en contacto con los textos del Antiguo Testamento.

Al comentar los textos bíblicos, sin minimizar los elementos originales del cristianismo, se pondrá de relieve la continuidad de nuestra fe con la relación a la de la Antigua Alianza, a la luz de las promesas. Nosotros creemos que éstas se han cumplido con la primera venida de Cristo, pero no es menos cierto que estamos esperando todavía su perfecto cumplimiento, que se realizará cuando El vuelva glorioso al final de los tiempos.

En cuanto a las lecturas litúrgicas, se deberá darles, en las homilías, una justa interpretación, sobre todo si se trata de pasajes que parecen ofrecen una imagen desfavorable del pueblo judío como tal. Habrá que esforzarse por instruir al pueblo como tal. Habrá que esforzarse por instruir al pueblo cristiano de manera que llegue a comprender todos los textos en su justo sentido y en su verdadero significado para el creyente de hoy.

Las comisiones encargadas de las traducciones litúrgicas pondrán especial cuidado en la versión de las expresiones y los pasajes que puedan ser entendido de manera tendenciosa por los cristianos no suficientemente informados. Es evidente que no pueden cambiarse los textos bíblicos, pero sí se puede, en las versiones destinadas al uso litúrgico, hacer explícito el significado del texto, teniendo en cuenta los estudios de los exégetas.

Las observaciones anteriores hay que aplicarlas también a las introducciones de las lecturas bíblicas, de la "Oración de los fieles" y a los comentarios incluidos en los misales de los fieles.

3. enseñanza y educación

Aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, se ha llegado en los últimos años a una mejor comprensión del judaísmo y de su relación con el cristianismo, gracias a las enseñanzas de la Iglesia, a los estudios e investigaciones de los especialistas y también al diálogo iniciado. A este respecto merecen recordarse los puntos siguientes:

El mismo Dios, "inspirador y autor de los libros de ambos Testamentos" (Dei Verbum, 16) es quien habla en la Antigua y en la nueva Alianza.

El judaísmo de tiempo de Cristo y de los Apóstoles era una realidad compleja, que englobaba todo un mundo de tendencia, de valores espirituales, religiosos, sociales y culturales.

El Antiguo Testamento y la tradición judía en él fundada no deben considerarse opuestos al Nuevo Testamento, como si constituyesen un religión solamente de justicia, de temor y legalismo, sin referencia al amor de Dios y del prójimo (cf. Dt., 6,5; Lev., 19-18; Mt. 22,34-40).

Jesús, lo mismo que sus apóstoles y gran parte de sus primeros discípulos, nació del pueblo judío. El mismo, revelándose como Mesías e Hijo de dios (cf. Mt. 16,16), portador de un mensaje nuevo, el Evangelio, se presentó como el cumplimiento y la perfección de la revelación anterior. Y aunque la enseñanza de Jesucristo tiene un carácter de profunda novedad, no por eso deja de apoyarse, repetidas veces, en la doctrina del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento está profundamente marcado todo él por su relación con el Antiguo. Como ha declarado el Concilio Vaticano II: "Dios, inspirador y autor de los libros de ambos Testamentos, lo hizo sabiamente, de modo que el Antigua encubriera el Nuevo, y el Nuevo descubriera el Antiguo" (Dei Verbum, 16). Además, Jesús emplea métodos de enseñanza similares a los de los rabinos de su tiempo.

En cuanto al proceso y muerte de Jesús, el Concilio ha recordado que "lo que e perpetró en la Psión no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los judíos de hoy" (Nostra Aetate, 4).

La historia del judaísmo no termina con la destrucción de Jerusalén, sino que ha seguido adelante desarrollando una tradición religiosa, cuyo alcance, si bien asumiendo, a nuestro parecer, un significado profundamente diferente después de Cristo, sigue, no obstante, siendo rico en valores religiosos.

Junto con los profetas y el apóstol Pablo, "la Iglesia espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor, con una sola voz y "lo servirán" como un solo hombre" (Sof., 3,9) ("Nostra Aetate", 4)

La información acerca de estas cuestiones debe ser impartida a todos los niveles de enseñanza y educación del cristiano. Entre los medios de información, revisten particular importancia los siguientes:

-manuales de catequesis;

- libros de historia;

- medios de comunicación social (prensa, radio, cine, TV)

El empleo eficaz de estos medios presupone una específica formación de los profesores y de los educadores en las escuelas, así como en los seminarios y en las universidades.

Se fomentará la investigación por parte de los especialistas acerca de los problemas que atañen al hebraísmo y las relaciones judeo-cristianas, especialmente en ámbito de la exégesis, de la teología, de la historia y de la sociología. Los institutos católicos superiores de investigación, a ser posible en colaboración con otras instituciones análogas, así como los especialistas, están invitados a contribuir a la solución de tales problemas. Donde sea posible se crearán cátedras de estudios judíos y se estimulará la colaboración con expertos judíos.

4. acción social y comun

La tradición judía y cristiana, fundada en la Palabra de Dios, es consciente del valor de la persona humana, imagen de Dios. El amor al mismo Dios debe traducirse en una acción efectiva en favor de los hombres. De acuerdo con el espíritu de los profetas, judíos y cristianos colaborarán gustosos para la consecución de la justicia social y de la paz, a nivel local, nacional e internacional,

Esta acción común puede fomentar al mismo tiempo un mayor conocimiento y estima recíproca.

conclusión

El Concilio Vaticano II ha indicado el camino que hay que seguir para promover una profunda fraternidad entre judíos y cristianos. Pero queda todavía por recorrer mucho camino.

El problema de las relaciones entre judíos y cristianos interesa a la Iglesia como tal, pues es "escrutando su propio misterio" como ella se plantea el misterio de Israel. Un problema que sigue teniendo toda su importancia, aun en las regiones donde no hay ninguna comunidad hebrea. Este problema tiene asimismo un aspecto ecuménico: el retorno de los cristianos a las fuentes y a los orígenes de su fe, injertada en la Antigua Alianza, contribuye a la búsqueda de la unidad en Cristo, piedra angular.

En este sentido las medidas pastorales oportunas dentro del marco de la disciplina general de la Iglesia y de la doctrina comúnmente profesada por su magisterio. Crearán, por ejemplo, a nivel nacional y regional, comisiones o secretariados apropiados, o nombrarán a una persona competente encargada de promover la aplicación de las directrices conciliares y de las sugerencias aquí propuestas.

En el plano de la Iglesia universal, el Santo padre ha constituido, con fecha 22 de octubre de 1974, aneja al Secretariado para la Unión de los Cristianos, una "Comisión especial para las relaciones religiosas con el Judaísmo". Creada con miras a promover y estimular relaciones religiosas entre judíos y católicos, en colaboración eventual con otros cristianos, esta Comisión especial, dentro de los límites de su competencia, etá a disposición de todos los organismos interesados, para informarlos y ayudarlos a realizar su cometido en conformidad con las directrices de la Santa Sede; ésta desea incrementar dicha colaboración para poner en práctica de manera efectiva y justa las orientaciones del Concilio.

Johannes, card. Willebrands, Presidente de la Comisión

Pierre-Marie de Cantenson, O.P., Secretario

Roma, 1 de diciembre de 1974

Nostra Aetate - Declaración Conciliar - octubre 1965

 

Nostra Aetate

Declaración del Concilio Vaticano II sobre las relaciones con las religiones no cristianas

 

Proemio

 

1. En nuestra época, en que el género humano se une cada vez más estrechamente y aumentan los vínculos entre los diversos pueblos, la Iglesia considera con mayor atención en qué consiste su relación con respecto a las religiones no cristianas. En cumplimiento de su misión de fundamentar la Unidad y la Caridad entre los hombres y, aún más, entre los pueblos, considera aquí, ante todo, aquello que es común a los hombres y que conduce a la mutua solidaridad.

Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos, hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán bajo su luz.

Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer, agitan el corazón de los hombres: !¿QUé es el hombre, cuál es el sentido y el fin de nuestra vida, el bien y el pecado, el origen y el fin del dolor, el camino para conseguir la verdadera felicidad, la muerte, el juicio, la sanción después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos?

Las diversas religiones no cristianas

2. Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se encuentra en los diversos pueblos una cierta percepción de aquella fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana y a veces también el reconocimiento de la Suma Divinidad e incluso del Padre. Esta percepción y conocimiento penetra toda su vida con íntimo sentido religioso. Las religiones a tomar contacto con el progreso de la cultura, se esfuerzan por responder a dichos problemas con nociones más precisas y con un lenguaje más elaborado. Así, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza.

En el Budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior. Así también los demás religiones que se encuentran en el mundo, es esfuerzan por responder de varias maneras a la inquietud del corazón humano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados.

La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es"el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas.

Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen.

La religión del Islam

3. La Iglesia mira también con aprecio y los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a todos los hombres resucitados. por tanto, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.

Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres.

La religión judía

4. Al investigar el misterio de la Iglesia, este Sagrado Concilio recuerda los vínculos con que el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham.

Pues la Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios. Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abraham según la fe, están incluidos en la vocación del mismo Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud.

Por lo cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo en que se han injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles. Cree, pues, la Iglesia que Cristo, nuestra paz, reconcilió por la cruz a Judíos y Gentiles y que de ambos hizo una sola cosa en sí mismo.

La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre, "a quienes pertenecen la adopción y la gloria, la Alianza, la Ley, el culto y las promesas; y también los Patriarcas, y de quienes procede Cristo según la carne" (Rom., 9,4-5), hijo de la Virgen María. Recuerda también que los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío, así como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron al mundo el Evangelio de Cristo.

Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita, gran parte de los Judíos no aceptaron el Evangelio e incluso no pocos se opusieron a su difusión. No obstante, según el Apóstol, los Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y "le servirán como un solo hombre" (Sofonías, 3,9).

Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno.

Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los Judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los Judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios.

Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los Judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los Judíos.

Por los demás, Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia, abrazó voluntariamente y movido por inmensa caridad, su Pasión y Muerte, por los pecados de todos los hombres, para que todos consigan la salvación. Es, pues, deber de la Iglesia en su predicación el anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia.

La fraternidad universal excluye toda discriminación

5. No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. la relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: "el que no ama, no ha conocido a Dios" (1 Jn., 4,8).

Así se elimina el fundamento de toda teoría o práctica que introduce discriminación entre los hombres y entre los pueblos, en lo que toca a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan.

La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión. Por esto, el sagrado concilio, siguiendo las huellas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, ruega ardientemente a los fieles que, "observando en medio de las naciones una conducta ejemplar", si es posible, en cuanto de ellos depende, tengan paz con todos los hombres, para que sean verdaderamente hijos del Padre que está en los cielos.

Todas y cada una de las cosas contenidas en esta Declaración han obtenido el beneplácito de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos, decretamos y establecemos en el Espíritu Santo, y mandamos que lo así decidido conciliarmente sea promulgado para la gloria de Dios.

Roma, en San Pedro, 28 de octubre de 1965.

Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia católica.

Circular nº 191 Junio 2011

 


C I R C U L A R

Nº 191 (Junio 2011)

 

 

Audiencia de Benedicto XVI a una

delegación de la B’nai Brith

 

El pasado 12 de mayo, Benedicto XVI recibió a una delegación de la B’nai B’rith International, asociación judía mundial de acción social, dirigiéndoles el siguiente discurso:

Queridos amigos,

Me es grato saludar a esta delegación de B’nai B’rith International. Recuerdo con agrado mi primer encuentro con una delegación de vuestra organización hace alrededor de cinco años.

En esta ocasión deseo expresar mi aprecio por vuestra implicación en el diálogo entre judíos y católicos y particularmente por vuestra activa participación en el encuentro del International Catholic-Jewish Liaison Committee, celebrado en París a finales de febrero. Este encuentro marcó el cuadragésimo aniversario del diálogo, y fue organizado conjuntamente por la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo y el Comité Judío Internacional sobre Consultas Interreligiosas. Lo que ha sucedido en estos cuarenta años debe ser visto como un gran don del Señor y como una razón de honda gratitud hacia Aquel que guía nuestros pasos con su sabiduría infinita y eterna.

El encuentro de París afirmó el deseo de católicos y judíos de salir juntos al encuentro de los inmensos desafíos que afrontan nuestras comunidades en un mundo rápidamente cambiante y, de forma significativa, nuestro deber religioso compartido de combatir la pobreza, la injusticia, la discriminación y la negación de derechos humanos universales. Hay muchas formas en las que judíos y cristianos pueden cooperar para mejorar el mundo de acuerdo con la voluntad del Todopoderoso por el bien de la humanidad.

 Nuestros pensamientos se dirigen inmediatamente a obras concretas de caridad y servicio a los pobres y necesitados; sin embargo una de las cosas más importantes que podemos hacer juntos es la de dar testimonio común de nuestra profunda creencia de que todo hombre y toda mujer es creado a la imagen divina (cf. Gen 1,26-27) y por ello posee una dignidad inviolable.

Esta convicción sigue siendo la base más segura de todo esfuerzo por defender y promover los derechos inalienables de cada ser humano.

En una reciente conversación entre delegaciones del Gran Rabinato de Israel y la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, celebrado en Jerusalén a finales de marzo, se hizo hincapié en la necesidad de promover una profunda comprensión del papel de la religión en nuestras sociedades actuales como un correctivo hacia una visión de la persona humana y de la coexistencia social puramente horizontal y, en consecuencia, truncada. La vida y la obra de todos los creyentes debería ofrecer un testimonio constante de lo trascendente, apuntar a las realidades invisibles que están por encima de nosotros, y encarnar la convicción de que una Providencia amorosa y compasiva guía el resultado final de la historia, no importa cuán difícil y amenazador pueda parecer a veces el viaje durante el camino. A través del profeta, tenemos esta seguridad: “Porque yo conozco muy bien los planes que tengo proyectados sobre vosotros –oráculo del Señor–: son planes de prosperidad y no de desgracia, para aseguraros un porvenir y una esperanza” (Jer 29,11).

Con estos sentimientos invoco sobre vosotros y sobre vuestras familias las bendiciones divinas de la sabiduría, la misericordia y la paz.

 

La Federación de Comunidades Judías de España

deplora la sentencia absolutoria del Tribunal Supremo

a la librería Kalki

La Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) discrepa profundamente de la decisión del Tribunal Supremo de absolver a las personas condenadas por la Audiencia de Barcelona por vender textos en la librería Kalki que incitan a la violencia racista en general y antisemita en particular.

Los judíos españoles vemos con mucha preocupación que la Justicia española, tan sensible para determinadas situaciones, no considere la venta de libros que niegan el Holocausto y promueven el racismo contemplado en nuestro Código Penal como un delito tipificado.

Como acusación particular del caso, la FCJE se suma y alaba la iniciativa de la Fiscalía Superior de Catalunya y del Servicio de Delitos de Odio y Discriminación de la Fiscalía Provincial de Barcelona, con el fin de que se reforme de manera inmediata el artículo 510 del Código Penal y, de esta forma, garantizar la persecución de actividades y actitudes que inciten al odio y desprecio por motivos de raza, etnia, origen, religión, tendencia sexual, identidad de género y discapacidad, sin posibilidad de interpretaciones jurisprudenciales sesgadas.

La legislación española en materia de racismo y xenofobia tenía que haberse reformado antes del día 28 de noviembre de 2010 según exigía la “decisión marco” de la Unión Europea.

Precisamente los dos delitos de los que se absuelve a los miembros de la librería Kalki son exactamente los que están en el mandato: incitación al odio racial y xenófobo y la negación del Holocausto.

 

Una familia polaca asesinada por los nazis

al intentar salvar a unos judíos

En el 2003 se inició el proceso de beatificación del matrimonio Ulma y sus seis hijos, familia que en 1995 fue declarada «Justa entre las Naciones».

“El testimonio del amor hasta el martirio” es el título de la conferencia que se celebró en el Auditorium del Instituto Pontificio Juan Pablo II de Roma en el contexto del ciclo de encuentro dedicados a “Perfiles de Santidad Conyugal”.

El historiador polaco Mateusz Szpytma recordó el martirio, durante la II Guerra Mundial, de los cónyuges polacos Wiktoria y Józef Ulma, que al intentar salvar a los judíos que habían escondido, fueron asesinados por los nazis.

Los Ulma, con sus seis hijos (además Wiktoria estaba en el séptimo mes de su nuevo embarazo) y ocho judíos de las familias Szall e Goldman que escondían, fueron ajusticiados por los nazis el 24 de marzo de 1944 en Markowa, en la zona sur-oriental de Polonia. Józef y Wiktoria se conocieron en la Compañía Teatral Amatorial de Markowa, casándose en julio del 1935.

“Sabemos muy poco de la espiritualidad de los Ulma”, dijo Szpytma. “Seguramente disfrutaban en la comunidad local de fama de personas virtuosas y justas. Eran católicos practicantes”.

La tragedia comenzó el 1 de septiembre de 1939, con la invasión de Polonia por parte de los nazis, las sucesivas masacres de polacos y judíos y la destrucción de sinagogas y de lugares de oración. Después de terminar las operaciones militares, explicó Szpytma, “se introdujeron numerosas restricciones legales, sobre todo para los que tenían orígenes judíos”. “Para desanimar a los polacos a ayudar a los hebreos, Hans Frank – Gobernador General de los territorios polacos ocupados- emitió en 1941 un reglamento por el cual todo ciudadano acusado o sospechoso de ayudar a los judíos sería ajusticiado”.

En la segunda mitad de 1942, la mayoría de los judíos de Markowa fueron exterminados. Probablemente en ese periodo dos familias pidieron a los Ulma que los escondiesen. Eran los Goldman – Gołda y Layka con una niña – y los Szall, un comerciante de ganado con sus cuatro hijos.

Poco antes del amanecer del 24 marzo de 1944, la policía llegó a casa de los Ulma, realizando una masacre de adultos y niños. Al menos 20 judíos sobrevivieron en Markowa, escondiéndose en las casas de los campesinos. Gracias a este compromiso de la población local, hoy muchos viajes de jóvenes de Israel se dirigen al pueblo.

El Gobierno polaco en el exilio, con base en Londres, intentó en vano, poner en guardia a los Estados de la coalición antialemana sobre el trágico destino de los judíos. Desde diciembre de 1942, el Consejo para la Ayuda a los Judíos “Żegota” formó parte de la Autoridad clandestina, dependiendo del Gobierno en exilio y ayudando a salvar a miles de judíos.

La familia Ulma fue declarada en 1995 “Justa entre las Naciones”. El Yad Vashem, el memorial del Holocausto, “premió a más de 6.000 polacos, que representan el grupo nacional más consistente entre los más de 20.000 Justos reconocidos hasta ahora”.

 

Católica india distinguida en Israel por salvar a un niño judío

El 6 de mayo, en un acto conmemorativo del Holocausto, organizado por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, Casa Argentina en Israel Tierra Santa y los amigos de la Universidad de Tel Aviv de Habla Hispana, se rindió homenaje a Sandra Samuel, quien salvara la vida del niño Moshé Holtzberg, de solo dos años de edad, durante los ataques terroristas en Mumbai, India, en noviembre de 2008.

Sandra, católica nacida en la India, trabajaba desde 2003 para el rabino Gavriel Holtzberg y su esposa Rivka, en la Casa Jabad de Mumbai y era la niñera del pequeño Moshe desde su nacimiento. El 26 de noviembre de 2008 Sandra demostró un coraje excepcional al rescatar al niño mientras un grupo de terroristas asesinaba a sus padres.

Danny Rainer, vicepresidente de la Fundación Wallenberg, fue el encargado de entregar la distinción especial.

NOTICIAS

ISRAEL. Una camiseta mágica. Una empresa israelí-portuguesa ha diseñado una camiseta, que han llamado “Niturit”, y que mide la actividad cardiaca enviando los datos al momento a un centro médico. La camiseta ha sido elegida por la Agencia Espacial Europea para probarla con sus astronautas.

  • Ø Israelíes ayudan a oir a palestinos. Un equipo de 20 médicos del Centro Médico Sheba visitaron la ciudad palestina de Tulkarm, examinando gratis a pacientes con dificultades auditivas. También se les distribuyó aparatos para oír mejor. Este proyecto ha sido financiado por la Starkey Foundation, con un millón de dólares, ahora miles de palestinos han vuelto a oír.

ROMA. Un artículo publicado en el periódico del Vaticano honra el trabajo que una mujer judía de nacionalidad alemana llevó a cabo en el Vaticano antes de la II Guerra Mundial, encargado de construir el archivo de fotos de los Museos Vaticanos.

El periódico cuenta un fragmento de la historia de Hermine Speier (1898-1989), que estudió arqueología bajo la dirección de Ludwig Curtius en la Universidad de Heidelberg.

Ella empezó a trabajar en el Vaticano en 1934, L'Osservatore Romano destacó que, por petición del Papa Pío XI “reorganizó los archivos fotográficos de nuestros museos. Fue Curtius quien la recomendó al director general de los Museos Vaticanos, Bartolomeo Nogara, crear y organizar la sección fotográfica del Museo”.

Speier se fue a vivir con las religiosas de las Catacumbas de Santa Priscila, en la vía Salaria cuando “en octubre de 1943, la ferocidad nazi arremetió contra la comunidad judía de Roma”. Este acuerdo se produjo a través del sobrino del Maestro Pontificio de Ceremonias.

“El escondite era muy seguro: en el caso de que la casa fuese tomada, Speier y los otros 'evadidos' podrían escapar a través de un túnel secreto cercano a las catacumbas, como hacían los cristianos perseguidos muchos siglos antes”. Después de la guerra, Speier se convertiría al catolicismo, y su familia cortó lazos con ella.

Su historia “se puede leer de distintas maneras y a través de perspectivas diferentes: como una página de la historia de los intelectuales judíos emigrados de Alemania, como un paso importante en la afirmación de la presencia femenina en el Vaticano, o como un importante momento en el trabajo llevado a cabo por la Santa Sede en los años '30 y en los '40 para ayudar a una minoría perseguida”.

“Pero es la historia de una arqueóloga, que desde una mirada más cercana, aparece como una parábola rica de significado”. Una judía alemana, estudiante de los Clásicos, que encuentra refugio en el Vaticano durante las noches más negras de la barbarie del siglo XX, y que descubre que a la sombra de Pedro un sitio en el que refugiarse y dar testimonio del sentido del humanismo que es la herencia más grande del 'más auténtico espíritu alemán'.

Este encuentro entre el humanismo alemán, el Judaísmo y el Cristianismo es único para reflexionar y meditar”.

MADRID

  • Ø CEMI. El 31 de Mayo se celebró el tradicional almuerzo “Día de la Abuela” en el que cada año se rinde homenaje a ese sacrificado colectivo formado por abuelas y algunas bisabuelas que en su generosidad no cesan de entregar tiempo y amor, aún después que los hijos hayan dejado el hogar familiar.

La fiesta un año más fue un encuentro lleno de alegría buen humor y excelentes manjares preparados por las mismas homenajeadas, este año las galardonadas fueron como Abuelas del Año, D.ª Teresa Calvo y D.ª Mimi Levy; Bisabuela del año D.ª Rene Anselem.

D.ª Stella Lasry aceptó el título de Abuela de Honor que le otorgaron sus compañeras de CEMI con su habitual modestia y sencillez . El acto concluyó con una actuación musical, en un ambiente de fraternidad, y alegría. Desde aquí felicitamos a las premiadas y a todo el colectivo de mujeres que forman esta asociación por la fantástica labor que realizan.

 

  • Ø Misioneras de la Unidad. El martes 31 de mayo se clausuró del Curso Bíblico-Ecuménico, con la lección “El Ecumenismo, camino e instrumento de evangelización”, el acto estuvo presidido por D. Mariano Perrón, delegado de Relaciones Interconfesionales de la Archidiócesis de Madrid.

Del 5 al 9 de julio organizan el XXI Encuentro Ecuménico de “El Espinar”, este año con el título “Ecumenismo y Vida Cristiana”. Para más información consultar la página www.centroecumenico.org

LEÓN. La Asociación Española de Estudios Hebreos y judíos (AEEHJ) organizó el 9 y 10 de junio el Simposio anual con la colaboración del Ayuntamiento de León y el Instituto Bíblico y Oriental. Intervinieron profesores de las Universidades de Barcelona, Granada, Complutense, de Freie Universität Berlin, del CSIC. El Director del Instituto Bíblico y Oriental, D. Jesús García Recio dio una conferencia pública sobre el tema: “Escribirle a Dios en cuneiforme y hebreo”.

 

VALENCIA. La Amistad Judeo-Cristiana organizó la conferencia y coloquio:“Las raíces del fundamentalismo religioso y secular, una lectura a la luz de los Diez Mandamientos”, a cargo de Rab Mordejai Maarabi.

INFORMACIÓN DEL CEJC

Clausura del curso 2010/11

El día 2 de Junio tuvo lugar la clausura de nuestro curso, D. Samuel Bengio, Presidente de la Comunidad Judía de Madrid nos honró presidiendo el acto, al cual asistieron entre otras personalidades, D.ª Ahuva Spieler, Agregada de Cultura de la Embajada de Israel; D. Mariano Perrón, Delegado Diocesano de Relaciones Interconfesionales; por el Ministerio de Educación: D. Juan López Martínez, Subdirector General de Ordenación Académica, y D.ª María Rodríguez López, Asesora Técnica; D.ª Alegría Bendrihem, Presidenta de CEMI y D.ª Henar Corbi, Directora para el Holocausto de Casa Sefarad-Israel.

La brillantísima ponencia de clausura fue impartida por D. José Ramón Busto, S.J., Rector de la Universidad Comillas con el título: “Pensamiento apocalíptico judío y pensamiento revolucionario occidenta”l.

Al terminar las intervenciones, se procedió a la entrega a todos los socios y amigos de los diplomas acreditativos de haber participado en el curso completo 2010-11 que llevaba por título “El Judaísmo moderno: Israel y la Diáspora y su relación con el Cristianismo”.

Después, y en un ambiente de alegría y cordialidad disfrutamos juntos, ponentes y asistentes, de un pequeño aperitivo, con el que nos despedimos hasta el próximo curso, esperando reencontrarnos en Octubre, no sin antes agradecer a nuestros socios y amigos la colaboración y confianza que año tras año depositan en nuestro Centro.

Clases de hebreo

El Centro de Estudios Judeo-Cristianos continua con su actividad de impartir clases de Hebreo en la que desde hace años es pionero, dentro de nuestro espíritu de acercamiento al pueblo judío promoviendo así su mejor conocimiento para una mayor comprensión.

Las clases serán de dos horas semanales impartidas por una profesora israelí, Diplomada en enseñanza de Hebreo para extranjeros en la Escuela Rothberg de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

El plazo de matrícula es del 1 al 30 de septiembre y el primer día de clase será el 10 de octubre; los alumnos pasarán previamente una prueba de nivel.

Todos los amigos y socios interesados en las clases de hebreo pueden dirigirse al CEJC al tfno: 91 543 12 51 o al correo Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Programa del Curso 2011-2012

El título del próximo curso es: “El Nuevo Testamento y su contexto judío”.

La conferencia de inauguración será el 27 de octubre sobre: El Nuevo Testamento: documento judío y transmisión cristiana, a cargo de la profesora D.ª M. Victoria Spottorno Díaz-Caro.

El curso se impartirá todos los miércoles a partir de las 7 de la tarde con el siguiente programa:

El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana / Martina Granizo González-Gallarza; El Contexto palestinense de la tradición sobre Jesús / Santiago Guijarro; El judaísmo de la diáspora en el siglo I: contexto de la predicación de Pablo / Luis Girón-Blanc; Judaísmo en el Discurso con Trifón de Justino / Fernando Rivas; El Nuevo Testamento como Torá Oral / Elio Passeto; Parábolas rabínicas y Nuevo Testamento I / Luis Girón-Blanc; Planteamientos mesiánicos en el judaísmo durante el Segundo Templo / Amparo Alba; Parábolas rabínicas y Nuevo Testamento II / Luis Girón-Blanc; El evangelio de Mateo: entre proximidad y polémica con las tradiciones judías / Elisa Estevez; El evangelio de Marcos, un relato inclusivo / Pablo Alonso; El Nuevo Testamento cumple las Escrituras / Elio Passeto; El judaísmo de Pablo / Elio Passeto; Martin Buber y los dos modos de fe / Olga Belmonte.

En el mes de marzo el curso seguirá con las siguientes conferencias: Las cartas del Nuevo Testamento en el marco de las cartas paganas y judías de la época helenístico romana / Francisco Ramírez Fueyo; Una carta de intercesión por un esclavo: retórica clásica y valores judeo-cristianos en la Carta a Filemón / Francisco Ramírez Fueyo; Joseph Klausner interpreta a Jesús de Nazaret / Miguel García-Baró; Una lectura de los capítulos 9-11 de la Carta a los Romanos / Sor Ionel Mihalovici; Nuevo Testamento y apocalíptica judía / Luis Vegas Montaner; Apocalipsis de San Juan y milenarismo / Luis Vegas Montaner; La medicina en el Antiguo y en el Nuevo Testamento / Félix Berdugo; Los judíos seguidores de Jesús / Jacobo Israel Garzón; Debates actuales sobre mística en Qumrán y en el Nuevo Testamento / Julio Trebolle.

La clausura del curso será el 31 de mayo con la conferencia “Los estudios sobre el Jesús histórico hoy” a cargo de Javier Fernández Vallina.

El periodo de matrícula para el curso se podrá hacer desde el 15 de septiembre hasta el 20 de octubre, o hasta cubrir 40 plazas.

 

A nuestros socios y amigos les deseamos unas

felices vacaciones de verano.

Esperamos vernos en el Centro en el Curso próximo

Juan Pablo II - 60 Aniversario Auschwitz- 2000

DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
en el 60 Aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau
enviado a través del Cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París enviado especial para los Actos del 27 de enero de 2000.

 

Se cumplen sesenta años de la liberación de los prisioneros del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. En esta circunstancia no podemos dejar de regresar con la memoria al drama que allí tuvo lugar, trágico fruto de un odio programado. En estos días es necesario recordar a los millones de 'personas que sin culpa alguna soportaron sufrimientos inhumanos y fueron aniquilados en las cámaras de gas y en los crematorios. Me inclino ante todos los que experimentaron aquella manifestación del «mysterium iniquitatis».

Cuando, siendo Papa, visité como peregrino el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en el año 1979, me detuve ante las lápidas dedicadas a las víctimas. Había frases grabadas en diferentes idiomas: polaco, inglés, búlgaro, rom, checo, danés, francés, griego, hebreo, yiddish, español, flamenco, serbo-croata, alemán, noruego, ruso, rumano, húngaro e italiano. En todos estos idiomas estaba escrito el recuerdo de las víctimas de Auschwitz, personas concretas, a pesar de que con frecuencia eran totalmente desconocidas: hombres, mujeres y niños. Me detuve entonces durante algo más tiempo ante las lápidas escritas en hebreo. Dije: «Esta inscripción recuerda al Pueblo, cuyos hijos e hijas fueron destinados al exterminio total. Este pueblo tiene su origen en Abraham, que es también nuestro padre en la fe (cf. Romanos 4,11-12), como expresó Pablo de Tarso. Precisamente este pueblo, que recibió de Dios el mandamiento "No matarás", ha experimentado en sí mismo de forma particular lo que significa matar. Ante esta lápida nadie puede pasar de largo con indiferencia».

Hoy repito aquellas palabras. Nadie puede pasar de largo ante la tragedia de la Shoah. Aquel intento de acabar programadamente con todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y el mundo entero; es un crimen que mancha para siempre la historia de la humanidad. Que sirva de advertencia para nuestros días y para el futuro: no hay que ceder ante las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana basándose en la diversidad de raza, del color de la piel, de lengua o de religión. Lanzo este llamamiento a todos y en particular a aquellos que en nombre de la religión recurren al atropello y al terrorismo.

Estas reflexiones me acompañaron especialmente cuando la Iglesia celebró la solemne liturgia penitencial en la Basílica de San Pedro en el Gran Jubileo del Año 2000 y también cuando peregriné a los Santos Lugares y subí a Jerusalén. En Yad Vashem, el memorial de la Shoah, a los pies del Muro de las Lamentaciones, recé en silencio, pidiendo el perdón y la conversión de los corazones.

Recuerdo que, en 1979, me detuve a reflexionar intensamente también ante otras lápidas, escritas en ruso y en rom. La historia de la participación de la Unión Soviética en aquella guerra fue compleja, pero no es posible dejar de recordar que en ella los rusos sufrieron el número más elevado de personas que perdieron trágicamente la vida. También los gitanos, en las intenciones de Hitler, habían sido destinados al exterminio total. No se puede infravalorar el sacrificio de la vida impuesto a aquellos hermanos nuestros en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Por eso, exhorto a no pasar con indiferencia ante aquellas lápidas.

Me detuve, por último, ante la lápida escrita en polaco. Entonces dije que la experiencia de Auschwitz constituía «una etapa ulterior en las luchas seculares de esta nación, de mi nación, en defensa de sus derechos fundamentales entre los pueblos de Europa. Era un nuevo grito por el derecho de ocupar su propio lugar en el mapa de Europa: una nueva cuenta dolorosa con la conciencia de la humanidad». La afirmación de esta verdad no era más que una invocación a la justicia histórica para esta nación que había afrontado tantos sacrificios en la liberación del continente europeo de la nefasta ideología nazi y había sido vendida como esclava a otra ideología destructiva: el comunismo soviético. Hoy recuerdo aquellas palabras para dar gracias a Dios -sin renegarlas- porque a través del perseverante esfuerzo de mis compatriotas, Polonia ha encontrado su lugar adecuado en el mapa de Europa. Mi deseo e que este histórico hecho traiga frutos de recíproco enriquecimiento para todos los europeos.

Durante la visita a Auschwitz-Birkenau dije que había que detenerse ante cada lápida. Yo mismo lo hice, pasando en meditativa oración de una lápida a otra, encomendando a la Misericordia Divina a todas las víctimas pertenecientes a la naciones golpeadas por las atrocidades de la guerra. También recé para obtener, por su intercesión, el don de la paz en el mundo. Sigo rezando sin cesar, con la confianza de que, en toda circunstancia, al al final venza el respeto de la dignidad de la persona humana, de los derechos de todo hombre a una libre búsqueda de la verdad, de la observancia de las normas de la moral, del cumplimiento de la justicia, y del derecho de cada quien a condiciones de vida dignas del hombre (cf. Juan XXIII, carta encíclica «Pacem in terris»).

Al hablar de las víctimas de Auschwitz, no puedo dejar de recordar que, en medio de aquella acumulación de mal indescriptible, se dieron manifestaciones heroicas de adhesión al bien. Ciertamente hubo muchas personas que aceptaron con libertad de espíritu someterse al sufrimiento, y demostraron amor no sólo hacia los compañeros prisioneros, sino también a sus verdugos. Muchos lo hicieron por amor de Dios y del hombre, otros en nombre de los valore espirituales más elevados. Gracias a su actitud, se hizo evidente una verdad, que con frecuencia aparece en la Biblia: aunque el hombre es capaz de hacer el mal, a veces un mal enorme, el mal no tendrá la última palabra. En el abismo mismo del sufrimiento, puede vencer el amor. El testimonio de un amor como el surgido en Auschwitz no puede caer en el olvido. Debe alzar incesantemente las conciencias, extinguir los conflictos, exhortar a la paz.

Éste parece ser el sentido más profundo de la celebración de este aniversario. Si recordamos el drama de las víctimas, no lo hacemos para volver a abrir heridas dolorosas ni para suscitar sentimientos de odio y propósitos de venganza, sino para rendir homenaje a aquellas personas, para sacar a la luz la verdad histórica y, sobre todo, para que todos se den cuenta de la responsabilidad en la construcción de nuestra historia. ¡Que nunca más se repita en ningún rincón de la tierra lo que experimentaron los hombre y mujeres que lloramos desde hace sesenta años!

Saludo a todos los que participan en las celebraciones del aniversario y para todos pido a Dios el don de la su bendición.

IOANNES PAULUS II

Vaticano, 15 de enero de 2005

Donde estamos


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Hilarión Eslava, 50  6º izda.

28015 Madrid

Tfno. y fax: 91 543 12 51

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Metro:        Moncloa, Islas Filipinas

Quienes somos

 

Historia del Centro de Estudios Judeo-Cristianos

 

   La historia del Centro de Estudios-Judeo-Cristianos se relaciona con la presencia de las Hermanas de Nuestra Señora de Sión que llegaron a Madrid a principios de los años 50. En 1960, Sor Esperanza y Sor Ionel iniciaron los contactos con la Comunidad Israelita de Madrid y con intelectuales y profesores para trabajar contra el antisemitismo que se manifestaba muy fuerte en los medios de comunicación. Resultado de estos contactos fue la base de la fundación de la Amistad Judeo-Cristiana aprobada por el Arzobispado de Madrid.
Tras la experiencia vivida en el seno de la Amistad, las Religiosas de Nuestra Señora de Sión y el Presidente cristiano de la Amistad, el Padre Vicente Serrano comprendieron que no podían limitar su trabajo al sólo campo de las relaciones judeo-cristianas sino que deberían también ayudar a sus hermanos cristianos a profundizar en las raíces de su fe mediante el conocimiento del judaísmo en cuyo seno nació Jesús y el cristianismo.
El 2 de agosto de 1969, tras diversas reuniones estudios y consultas, el Arzobispado de Madrid dio su aprobación para iniciar un "Centro de Estudios sobre Judaísmo".


   El Cardenal Tarancón quiso que la diócesis pusiera en práctica la Declaración Nostra Aetate y el 21 de septiembre de 1972 erigió el Centro de Estudios Judeo-Cristianos como institución diocesana, encomendando su gestión a la Congregación de Nuestra Señora de Sión.
Este Centro es la única instancia oficial de la Iglesia Católica española dedicada a las relaciones con el judaísmo y el pueblo judío.

Durante su trayectoria el Centro de Estudios Judeo-Cristianos ha desarrollado su trabajo en diferentes ámbitos.
   Entre sus primeras actividades se realizó la revisión exhaustiva de los libros de texto de la enseñanza media y, especialmente, los de religión para depurarlos de toda referencia peyorativa o interpretación torcida del judaísmo y de su realidad antigua y moderna en el mundo.
Se dieron cursos de Biblia en Parroquias, Comunidades religiosas y en el CEFOR. Al mismo tiempo, de octubre a junio, en el Centro, comenzaron conferencias sobre el Antiguo Testamento, Fiestas judías, y sobre el judaísmo en el periodo de Jesús. Debido al interés que suscitaron estas conferencias se establecieron cursos anuales organizados en forma temática. Después de 30 años, el Centro organiza y desarrolla con este modelo sus programas de enseñanza.
   La programación es anual. Se imparten 24 clases semanales durante el año, haciendo un total de 48 horas de curso. Tenemos un promedio de 40 estudiantes por año.

   Los Profesores gozan de reconocido prestigio en los temas presentados y pertenecen a diferentes Centros Académicos y Universidades de Madrid y de otras ciudades.
El temario se construye a partir de las fuentes de la tradición religiosa de Israel, la oración, la liturgia, las fiestas judías, el judaísmo en el tiempo de Jesús, comentarios de la Escritura, el Midrash, la Mishná, el Talmud, la historia judía, literatura, filosofía, etc.


Finalidad del Centro de Estudios Judeo-Cristianos
   El propósito de las actividades del Centro está en línea con el carisma de la Congregación de Nuestra Señora de Sión, e inspirado por las decisiones del Concilio Vaticano II, de acuerdo con la declaración Nosra Aetate, nº 4 y se realiza en el contexto del diálogo y la cooperación entre la Iglesia y el pueblo judío, basado en los principios siguientes:
1. Fomentar el mutuo conocimiento y estima entre los cristianos y los judíos, sobre la base del patrimonio espiritual común, a través de los estudios bíblicos y teológicos así como del diálogo fraterno, de acuerdo con la declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticanos II. (Texto de los Estatutos).
2. Profundizar en las raíces de nuestra fe, tratando de conocer el ambiente judío, con sus ideas, sus costumbres, sus fiestas, y los ritos religiosos del medio judío en que el cristianismo empezó a desarrollarse. Este conocimiento exige otro previo, el de las Escritures Sagradas juntamente con la Tradición que las interpreta en el que hunden sus raíces el Cristianismo.
3. Acercarnos a los judíos de hoy por medio del conocimiento mutuo, del diálogo y de la convivencia para de este modo corregir perjuicios y establecer con ellos una hermandad sincera.
El funcionamiento y la orientación actual del Centro de Estudios Judeo-Cristianos están de acuerdo con los Estatutos aprobados en 11 marzo de 2008.

 

Cursos de Hebreo
   Desde al año 1970, se imparten en el Centro cursos de hebreo moderno y a veces algún curso de hebreo bíblico.

 

Publicaciones
   En el año 1972, se inició la publicación de una Circular bimensual para informar de los más importantes acontecimientos relacionados con judíos y cristianos.
Se inició la publicación en 1977 de "El Olivo", revista de documentación y estudios para el diálogo entre judíos y cristianos, con gran difusión en España y en el extranjero, que ha alcanzado en estos momentos el número 75. En el presente la revista cuenta con más de 250 suscriptores, además de numerosos intercambios con otras revistas españolas e internacionales de similares características.
Sus artículos, siempre científicamente cuidados, aportan una valiosa información sobre temas de judaísmo y ámbitos de conexión judeo-cristianos. También divulga en una sección especial documentos emanados de círculos y asociaciones sobre el diálogo judeo-cristiano y tiene una reseña bibliográfica de obras relacionadas con la Sagrada Escritura y el mundo judío a lo largo de la Historia.

Esta revista y todas las actividades del Centro son dirigidas y programadas por la Junta Directiva del Centro conforme a los Estatutos.

 

Libros
Se publicaron varios libros con la colaboración de la editorial Riopiedras:

Hacia una teología cristiana del judaísmo (C. Raijk)
Fuentes del pensamiento Judío (Serrano, Mihalovici)
¿Silencio o ausencia de Dios? (Esperanza Testemalle)
Aportación de un judío a la Iglesia (Esperanza Testemalle)
Fiestas y prácticas judías en el Talmud y en la tradición (Ionel Mihalovici)
Orientaciones para el anuncio de la Palabra de Dios.

Durante el año 2006 se han organizado diversas actividades para conmemorar el 40 Aniversario de la Declaración conciliar "Nostra Aetate", publicación del libro "Catolicismo y Judaísmo" recogiendo los documentos más importantes del Vaticano, de intervenciones del Papa Juan Pablo II y de organizaciones judías, presentado en el Salón de Actos de la Sinagoga de Madrid, y presidido por el Sr. Cardenal de Madrid y el Presidente de la Comunidad Judía de Madrid.

 

Simposio Hispano-Israelí
   Desde el año 1974, - Bajo el patrocinio del Centro de Estudios Judeo-Cristianos de Madrid y la Asociación inter-confesional de Israel se han celebrado XXI Simposio Hispano-Israelí, alternativamente en Israel y en España para intelectuales, y profesionales (médicos, abogados, economistas, filósofos, etc.) de ambos países bajo el epígrafe general de Simposio Hispano-Israelí.
Desde los tiempos en que no existían relaciones diplomáticas, y las culturales eran muy escasas, estos eventos han dado cauce a un fructífero intercambio de ideas y propuestas en concordancia con la finalidad del Centro de Estudios Judeo-Cristianos para la aproximación entre judíos y cristianos, israelíes y españoles.

   

Viajes
   Se organizan viajes preparados a Israel para conocer la Tierra de la Biblia y el pueblo que lo habita.

   Excursiones a diversas juderías en España.

 

Convivencia
   Celebraciones del Seder para una profundización en la Pascua cristiana, en el Centro y en varias Parroquias que lo solicita, en Madrid y en provincias.

El Olivo nº 25

EL OLIVO nº 25

 

Enero-Junio 1987

 

Índice

 

La figura de la Madre de Jesús, desde las perspectivas judía y cristiana - David Flusser  

El cementerio judío de Zamora -Mª Fuencisla García Casar 

Una introducción a la lectura espinosista de la Biblia - Miguel García-Baró 

Los católicos españoles y el problema del pueblo judío en el siglo XIX (1881-1900) - Isidro González García 

La reacción de los sefardíes al sionismo político con relación a la tradición y la modernidad -Abraham Haim 

Consideraciones sobre las "Notas" vaticanas - Michel Remaud 

El kibutz en Israel -Mordechai Amichai

 

Documentación

Homilía de Juan Pablo II en la ceremonia de Beatificación de Sor Teresa Benedicta de la Cruz (1 mayo 1987)

Bendicto XVI - A los líderes religiosos de Israel - 10 noviembre 2011


Audiencia papal a líderes religiosos de Israel
Jueves 10 de noviembre de 2011

Discurso del Santo Padre Benedicto XVI  a la delegación del Consejo de los Jefes Religiosos de Israel, al recibirlos en audiencia en la Sala de los Papas del Palacio Apostólico.

Su Beatitud,
sus excelencias,
queridos amigos,
Es un gran placer para mí daros la bienvenida, miembros del Israeli Religious Council, que representáis a las comunidades religiosas presentes en Tierra Santa, y os doy las gracias por las amables palabras dirigidas a mí en nombre de todos los presentes.
En estos tiempos de tribulación, el diálogo entre las diferentes religiones se está convirtiendo en algo cada vez más importante en la generación de una atmósfera de comprensión mutua y de respeto que puede conducir a la amistad y a una confianza sólida entre nosotros. Esto urge a la los líderes de Tierra Santa que, a la vez que viven en un lugar lleno de recuerdos sagrados de nuestras tradiciones, sufren diariamente las dificultades de vivir juntos en armonía.
Como ya destaqué en mi reciente encuentro con los líderes religiosos en Asís, hoy nos encontramos a nosotros mismos enfrentándonos a dos tipos de violencia: por un lado, el uso de la violencia en nombre de la religión y, por el otro, la violencia que es consecuencia del rechazo a Dios que caracteriza a menudo la vida en la sociedad moderna. En esta situación, como líderes religiosos estamos llamados a reafirmar que la relación correctamente vivida del hombre con Dios es una fuerza de paz. Esta es una verdad que debe ser cada vez más visible en el modo en el que vivimos con los demás en la cotidianidad. Por esta razón, deseo animaros a fomentar un clima de confianza y de diálogo entre los líderes y miembros de todas las tradiciones religiosas presentes en Tierra Santa.
Compartimos la grave responsabilidad de educar a los miembros de nuestras respectivas comunidades religiosas con el fin de fomentar un entendimiento más profundo de cada uno y desarrollar una apertura hacia la cooperación con las personas de tradiciones religiosas distintas a las nuestras. Desgraciadamente, la realidad de nuestro mundo está, a menudo, fragmentada y es defectuosa, incluso en Tierra Santa. Todos nosotros estamos llamados a comprometernos de nuevo con la promoción de una mayor justicia y dignidad, para enriquecer nuestro mundo y darle una dimensión humana total. La justicia, junto con la verdad, el amor y la libertad es un exigencia fundamental para una paz duradera y segura en el mundo. El movimiento hacia la reconciliación exige valentía y visión, así como la confianza en que Dios mismo nos mostrará el camino. No podemos conseguir nuestros objetivos si Dios no nos da la fuerza para llevarlos a cabo.
Cuando visité Jerusalén en mayo de 2009, estuve ante el Muro Occidental y coloqué mi oración escrita entre las piedras del Muro, le pedí a Dios por la paz en Tierra Santa. Escribí: "Dios de todas las épocas, en mi visita a Jerusalén, 'Ciudad de la Paz', hogar espiritual de judíos, cristianos y musulmanes, traigo ante ti las alegrías, las esperanzas, las inspiraciones, los desafíos, los sufrimientos y el dolor de todas las personas del mundo. Dios de Abraham, Isaac y Jacob, escucha el grito de los afligidos, los temerosos, los despojados; manda tu paz sobre esta Tierra Santa, sobre Oriente Medio, sobre toda la familia humana; mueve los corazones de todos aquellos que invocan tu nombre para caminar con humildad en el sendero de la justicia y de la compasión. "El Señor es bondadoso con los que esperan en él, con aquellos que lo buscan" (Lam 3,25).
Que el Señor escuche mi oración por Jerusalén hoy y llene vuestros corazones con alegría durante vuestra visita a Roma. Que escuche las oraciones de todos los hombres y mujeres que le piden por la paz en Jerusalén.
Ciertamente, no dejemos nunca de rezar por la paz en Tierra Santa, con la confianza en Dios quien es Él mismo nuestra paz y nuestro consuelo. Confiándoos a vosotros y a los que representáis al cuidado misericordioso de Dios Todopoderoso, con alegría invoco sobre vosotros bendiciones divinas de alegría y de paz.

Discurso Rabino Yonah Metzger


Discurso del rabino jefe de Israel, Yonah Metzger, dirigido a Su Santidad el Papa Benedicto XVI al ser recibido por este en audiencia el jueves 10 de noviembre de 2011.

Su Santidad,
Valoramos mucho esta única e histórica oportunidad en la que nosotros, los líderes de las comunidades religiosas de Israel, un país que es santo para todos nosotros, nos hemos unido para reunirnos con usted.
Tierra Santa comprende muchas religiones, y creo que no hay otro lenguaje capaz de resolver los problemas de Oriente Medio que no sea el lenguaje de la religión, hablado por sus líderes; después de todo, el amor a esta tierra deriva de los sentimientos religiosos.
Agradecemos al Todopoderoso que la tierra de Israel pueda servir de ejemplo para el mundo entero por la manera en que las muchas y distintas religiones viven y se relacionan mutuamente. Hacemos esto con un espíritu de absoluta libertad religiosa y observancia, y en un espíritu de mutuo respeto y consideración.
Su Santidad,
Durante su impresionante y emocionante visita a Tierra Santa, me acordé de una de las muy famosas profecías --la de Ezequiel capítulo 37, la profecía de los huesos secos. Allí el Todopoderoso le promete: "Yo abriré vuestras tumbas, os haré salir de ellas, y os haré volver, pueblo mío, a la tierra de Israel. Y así sabréis que yo, el Señor, lo he dicho y lo haré".
Creemos que esta dirigida a nosotros. Yo soy hijo de una familia que fue aniquilada en su mayor parte durante la Shoah en Polonia y en Alemania. El resto de estos judíos regresaron como huesos secos a nuestro país después de la guerra. Creemos que sólo gracias al Espíritu Divino pudieron volver y participar en la reconstrucción de la tierra, cumpliendo así las palabras del profeta.
En la actualidad, también nos encontramos en una cita histórica. Esta noche, el 10 de noviembre de hace 73 años, nuestras sinagogas fueron destruidas durante la Kristallnacht, la noche de los cristales rotos. Este terrible suceso, durante el que las manos de los nazis destruyeron cientos de sinagogas, rollos de la Torah y otros libros sagrados, marcó el principio del Holocausto, la peor tragedia de nuestra historia. Sólo terminó después de la muerte de seis millones de personas, entre las que muchas eran mujeres y niños, cuyo crimen era ser judíos.
Desgraciadamente, el Satán del odio no descansa. Los que niegan el Holocausto alzan sus cabezas en público, cuando aún hay entre nosotros supervivientes que todavía lucen el número tatuado en su brazo, un prueba viviente de la atrocidad. Sin embargo, los que lo niegan no paran, y un presidente de un país al este del Éufrates continúa prometiendo que nos aniquilará a nosotros y a nuestro estado.
Desgraciadamente, el mundo escucha y reacciona con una charla irrelevante y sin sentido. La misma reacción que tuvo cuando los nazis subieron al poder. Este atronador silencio sólo animó más a los conspiradores maliciosos para seguir adelante con sus planes.
Nosotros, los líderes religiosos de Tierra Santa hemos venido a probar, de una vez por todas, que podemos vivir en paz, que lo hacemos en el respeto mutuo y el aprecio, en libertad para servir a nuestro Señor de acuerdo con las palabras del profeta: cada uno siguiendo sus creencias.
Nosotros, el Consejo de Líderes Religiosos de Tierra Santa, en el estado de Israel, deseamos, a través de usted y de los líderes religiosos de otros países, que por favor difundan este mensaje de respeto y de reciprocidad a sus países. No hay razón por la que los hijos de Abraham no puedan vivir en paz los unos con los otros. ¿Por qué deberíamos causar tristeza a nuestro Señor del Cielo?
Esperamos que nuestro país sea un lugar donde el mensaje de paz y las profecías de la Biblia se cumplan.
Su Santidad,
Apreciamos su amable hospitalidad y su bendita actividad por la paz mundial. Continuaremos rezando unidos para que las palabras de Isaías se cumplan: "Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra..." y en las palabras de los salmos: "El Señor fortalece a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz". Amen.
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