DISCURSO DE JUAN PABLO II

A LOS OBISPOS ALEMANES

Diciembre 1992

 

 

Defender a los judíos: Deseo exhortaros a comprometeros de modo particular en la protección de nuestros hermanos judíos. La violación de sinagogas y los ataques contra los monumentos conmemorativos que, vista su historia dolorosa, son de gran importancia para los judíos, no pueden tolerarse de ningún modo.

 

Los padres del Concilio Vaticano II eran conscientes de la particular relación que debe existir entre cristianos y judíos, cuando afirmaron en la Declaración sobre las Relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas: “Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este sagrado concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue, sobre todo, por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno” (Nostra Aetate, 4). Debéis, por tanto esforzaros para lograr que vuestros compatriotas judíos no se desalienten, sino que permanezcan en vuestra patria, que es también su patria, y sigan participando de su vida religiosa, cultural y científica.