La celebración organizada por la Fundación Wallenberg culminó con el acto de descubrimiento de una placa conmemorativa, que ahora puede verse en el muro exterior de esa escuela, con la que se declara “Casa de Vida”. En la celebración participó sor Emerenziana, que ahora tiene 93 años, la única de las religiosas de aquellos años que ha sobrevivido y que ha sido reconocida como “justa entre las naciones” por Yad Vashem. di), con la ayuda de las demás religiosas, arriesgaron diariamente la vida, pues los soldados alemanes habían ocupado la contigua villa de una persona judía, sin que existiera un muro de separación entre ambas propiedades.
En el convento de monjas, donde vivían mujeres y niños judíos escondidos, los alemanes en ocasiones utilizaban la cocina o incluso el salón de actos para alguna de sus fiestas. Un capitán, llamado Sigmund, en ocasiones llegaba sin avisar para tocar el órgano de la iglesia, sembrando el pánico entre los refugiados, que se escondían en las aulas de clase, transformadas en dormitorios.La celebración organizada por la Fundación Wallenberg culminó con el acto de develamiento de una placa conmemorativa, que ahora puede verse en el muro exterior de esa escuela, con la que se declara “Casa de Vida”.En la celebración participó suor Emerenziana, que ahora tiene 93 años, la única de las religiosas de aquellos años que ha sobrevivido y que ha sido reconocida como “justa entre las naciones” por Yad Vashem.