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Declaración conjunta de la Delegación del Gran Rabino de Israel y la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo

4 de diciembre de 2003

 

1. Después de dos encuentros en Jerusalén (junio de 2002, Tamuz 5762) y en Grottaferrata/Roma (febrero de 2003, Shvat 5763), se reunieron en Jerusalén las respectivas delegaciones de alto nivel para tratar sobre el tema de «la relevancia de las enseñanzas fundamentales de las Sagradas Escrituras que compartimos en la sociedad contemporánea y la adecuada educación de las futuras generaciones».

2. Las deliberaciones se desarrollaron en una atmósfera de amistad y respeto mutuo, y fue puesta de manifiesto la satisfacción por las firmes bases que ya se han establecido entre las dos delegaciones con la solemne promesa de continuar una colaboración efectiva.

3. Los participantes expresaron su profundo aprecio por las explícitas declaraciones dimanantes de la Santa Sede condenando la violencia contra los inocentes y denunciando las actuales manifestaciones de resurgimiento del antisemitismo, como afirmaron en sus declaraciones, en la Comisión Conjunta, los cardenales Walter Kasper, Jorge Mejía y Georges Cottier de la Delegación Vaticana. Con este espíritu, Su Eminencia Jorge Mejía escribió a los Grandes Rabinos de Israel: «No solamente es cruel sino vil y totalmente incompatible con ninguna conducta humana que acepte atacar a las personas en sus lugares de oración». Naturalmente, cuando se celebraba el encuentro de la Comisión Conjunta, Su Santidad el Papa Juan Pablo II, hizo un enérgico llamamiento «a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que unan sus voces a la mía cuando repito que el santo nombre de Dios nunca debe utilizarse para incitar a la violencia o al terrorismo, ni para promover el odio o la exclusión».

4. Las exposiciones se centraron en la enseñanza fundamental de las Sagradas Escrituras que nosotros compartimos, que declaran la fe en el Único Creador y Guía del Universo que ha formado a todos los seres humanos a su Imagen Divina con libre voluntad.

La humanidad es así una familia con responsabilidad moral de unos para con los otros. El ser conscientes de esta realidad lleva a que el compromiso religioso y moral sirva como verdadera declaración de la dignidad y de los derechos humanos en nuestro mundo moderno y dé una visión auténtica para una sociedad justa, paz universal y bienestar.

5. Vivimos en una aldea global de incomparables avances tecnológicos y científicos. Estos nos presentan el reto de usarlos para el bien y la bendición, y no para el mal y la maldición, lo que no permita Dios. A este respecto, el sistema global de los medios de comunicación social sirve como vehículo clave de edificación. Nos incumbe a nosotros utilizar constructivamente esta oportunidad para la edificación global de acuerdo con nuestras compartidas aspiraciones religiosas y morales anteriormente mencionadas.

6. Se puso énfasis en el hecho de que la respuesta al reto de promover la fe religiosa, en la sociedad contemporánea, requiere de nosotros vivos ejemplos de justicia, misericordia, tolerancia y humildad, de acuerdo con las palabras del Profeta Miqueas.

«Se te ha dado a conocer, oh hombre, lo que es bueno, lo que el Señor exige de ti. Es esto: practicar la justicia, amar la misericordia y caminar humildemente con tu Dios» (Miq 6,8).

7. La educación religiosa puede y debe transmitir esperanza y dirección para vivir de manera positiva con solidaridad y armonía en nuestros complejos tiempos modernos. Ante todo, la fe en Dios es la que nos da verdadera seguridad y alegría de acuerdo con el versículo del Salmo 16: «Tengo siempre al Señor en mi presencia [...] y se alegra mi corazón [...]» (Sal 16, 8-9)-

8. En particular, los líderes y educadores religiosos tienen el deber especial de instruir a sus comunidades a fin de que sigan los caminos de la paz para el bienestar de toda la sociedad.

Hacemos este llamamiento especialmente a la familia de Abrahán e invitamos a todos los creyentes a que rechacen las armas de guerra y destrucción -«busca la paz y corre en pos de ella» (Sal 34, 15).

9. Como líderes religiosos compartimos el dolor y la aflicción de todos los que sufren hoy en Tierra Santa -individuos, familias y comunidades-: y expresamos nuestra ferviente esperanza y oraciones para que acaben las pruebas y tribulaciones en la Tierra que es santa para todos nosotros.

10. Finalmente, urgimos a nuestras comunidades, escuelas y familias, a vivir con comprensión y respeto mutuos y a comprometerse en el estudio y las enseñanzas de las Sagradas Escrituras que compartimos, para el ennoblecimiento de la humanidad, la paz y la justicia universales. Así se cumplirán las palabras del Profeta: «Trocarán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. No alzará ya la espada pueblo contra pueblo ni se entrenarán ya para la guerra» (Is 2, 4).

Jerusalén, 3 de diciembre de 2003. Kislev 8, 5764.

Rabbi Shear Yashuv Cohen (presidente de la Delegación judía), Rabbi Rasson Arussi, Rabbi David Brodman, Rabbi Yosef Arzran, Rabbi David Rosen, Oded Wiener, Shmuel Hadas, cardenal Jorge Mejía (presidente de la Delegación católica), monseñor Giacinto-Boulos Marcuzzo, P. Elias Chacour, Pier Francesco Fumagalli, P. Norbert Hofmann S.D.B, monseñor Pietro Sambi

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